VUELTAS QUE DA LA VIDA
22 febrero, 2022
¿Recuerda alguien lo que pasó en el PSOE el primero de octubre de 2016? ¡Sí, hombre!, aquel Comité Federal que expulsó a su secretario general, un tal Pedro Sánchez (no sé si les suena el nombre) por haberse enrocado en el famoso “no es no” que le espetaba un día sí y al otro también a su rival político y presidente del gobierno Mariano Rajoy para impedir su investidura tras dos elecciones generales consecutivas en apenas seis meses. Volaban los cuchillos –metafóricamente, claro– por la sala, se escuchaban los gritos e incluso lloros entre los participantes en aquel órgano del partido. Hubo quienes vaticinaron que el PSOE, partido en dos, tardaría en restañar las heridas de aquel vodevil que tanto les abochornó y al que sus afiliados, votantes y la opinión pública asistieron atónitos.
Me ha venido este episodio más de una vez a la cabeza ante lo ocurrido estos últimos días en el seno del Partido Popular. Las luchas por el poder dentro de los partidos provocan de cuando en cuando reacciones y conductas del tipo “Saturno devorando a su hijo”, rememorando el célebre cuadro de Rubens. Suelen ocurrir cuando están en la oposición porque el poder, el gobierno unen mucho, aunque solo sea porque se manejan presupuestos, se reparten prebendas… y suena mucho el teléfono. Quien quiere algo llama habitualmente a quien puede concederlo, y en eso todo gobierno posee una gran ventaja sobre quien está en la oposición.
No sabíamos cómo iba a acabar aquel grave conflicto interno dentro del Partido Socialista. Al final ocurrió que el defenestrado por la dirección fue aupado de nuevo por las bases en cuestión de meses… y ahí está, moción de censura mediante, en el palacio de la Moncloa desde hace casi cuatro años. Cosas veredes. El 1 de octubre del 16 ha quedado simplemente como un manchón en la historia del partido, que si te he visto no me acuerdo. Quizás quedó como un ejercicio de catarsis.
No sabemos cómo va a acabar lo del PP. Aún es pronto y las espadas siguen en todo lo alto bajo la atenta mirada de la gaviota… y de Alberto Núñez Feijoo, reina madre y casi único líder por todos respetado en estas difíciles horas. Pero no siempre las historias se repiten y hoy parece casi impensable que Pablo Casado salga indemne de este vodevil si es que alguna vez a él, como a mí, le viniera a la cabeza este recuerdo tan cercano pero que parecen haber pasado siglos desde que ocurriera.