TACTICISMOS POSTELECTORALES

opinión, Por Decir Algo

17 febrero, 2022

Se veía venir, pero no deja de resultar frustrante, la reacción de los partidos mayoritarios tras las elecciones autonómicas del pasado domingo en Castilla y León. Como últimamente se estila más en política hablar que hacer, unos y otros no han tardado ni un minuto en especular con cábalas, trazar hipotéticas líneas rojas, imponer supuestas condiciones, incluso amenazar con convocar de nuevo elecciones, de cara a la formación de un nuevo gobierno, que es lo que toca.

La estrategia, que debe existir en política como en cualquier otra empresa humana, no debe sucumbir a las ocurrencias de última hora, a los globos sonda que se lanzan en forma de mensajes para ver cómo suenan y cómo son percibidos por aquellos a quienes se dirige. Los cuarteles centrales de PP y PSOE, y sus sucursales autonómicas, no han tardado en sembrar de minas e incertidumbres lo que, en teoría, parecía un mensaje claro del electorado castellano y leonés, a tenor de los resultados obtenidos por las fuerzas políticas contendientes. Priman los tacticismos postelectorales que, además, no solo piensan en la gobernabilidad de aquella comunidad autónoma sino en la de otras comunidades con comicios más o menos cercanos en el tiempo, a modo de metas volantes, o en la gran meta final de las próximas elecciones generales.

Dudo mucho que el mensaje claro de los votantes, plasmado en los resultados finales obtenidos, haya sido el de formar un gobierno bajo un pacto tácito o expreso entre PP y PSOE, por más cantos de sirena que suenan en ese sentido. ¿De verdad que se puede ignorar a un partido como Vox, que ha tenido un respaldo popular tan notorio en buena parte por culpa de las torpes actuaciones, en los últimos tiempos, de PP y PSOE precisamente? Si se ha dado la oportunidad de gobernar a una formación como Unidas Podemos, sospechosa de connivencia con quienes derribar lo que ellos mismos llaman “el régimen del 78”, y aquí no ha pasado nada, ¿por qué razón no puede entrar en labores de gobierno un partido como Vox que también propone eliminar algunos de los fundamentos de ese “régimen del 78”, las autonomías sin ir más lejos?

No se puede medir a unos y a otros con diferente rasero. Se retratan a sí mismos como sectarios quienes establecen cordones sanitarios a su medida y conveniencia. Tanto se habla de que hay que normalizar a Bildu, con todo lo que significa, dentro de las instituciones, ¿y no se puede aplicar lo mismo a Vox, aún virgen en gestión política de gobierno? Tan solo pido un poco de seriedad representativa.