PROTOCOLOS QUE MATAN

opinión, Por Decir Algo

05 mayo, 2023

“Allí me colé y en tu fiesta me planté”, decía el estribillo de la célebre canción de Mecano de los años ochenta. Sí, los de la movida madrileña que pegó tan fuerte. Movida empezó la semana, desde luego, y en Madrid por el preanunciado enfrentamiento –mitad protocolario, mitad político– entre el ministro Bolaños y la presidenta Ayuso. Sostenía esta que nadie le había invitado a la fiesta al ministro, pero allí se plantó… e intentó en vano colarse en la tribuna de autoridades de la parada militar, en episodio tan conocido que me ahorro su descripción.

Vayamos a la enjundia política, que los comicios del 28 de mayo están a la vuelta de la esquina. Todos, absolutamente todos –no nos engañemos– actuaban a sabiendas de que del enfrentamiento podrían sacar algún rédito electoral; de lo contrario, habrían cejado en el empeño de mostrarse más tercos que una mula. Los socialistas, que tienen en Madrid su particular bestia negra o plaza casi imposible de conseguir, para señalar a Ayuso –y por extensión al PP– como arrogantes, déspotas y autoritarios que confunden un acto institucional con uno de partido. Ayuso, que tiene en Moncloa su particular enemigo número uno por encima de a quienes pongan como candidatos a la Comunidad de Madrid, para señalar con el dedo a Pedro Sánchez, ¡quién si no!, como prepotente avasallador y origen de todos los males que afligen a Madrid y a España.

 

Evidentemente tenía Ayuso todas las de ganar. Para empezar, jugaba en casa. Los actos del Dos de Mayo estaban diseñados para mayor gloria de su figura política y no podía permitirse que alguien –con un historial en este acto ya a sus espaldas como Bolaños– le aguara la fiesta. Antes pasarían no por su cadáver… sino por el de la jefa de protocolo, que fue la que impidió al ministro de la Presidencia subir a la tarima, en una escena tan rocambolesca, y yo añadiría que infantiloide: “– ¡Déjame entrar!” “–¡No, que tú no puedes!” “– ¡Que mi papá es amigo del presidente del gobierno!” “–¡Pues mi papá es policía!”. Y así podríamos seguir con expresiones similares que flotaban en el ambiente.

 

¡Qué les voy a decir! Me parece que fue una escena perfectamente evitable si quienes se dedican, presuntamente, a la cosa pública hubieran tenido dos dedos de frente. No meterse donde no le llaman a uno es algo universalmente reconocido, y de ahí el ridículo del ministro y, ojo, de quien le instigó a hacerlo, que supuestamente tiene nombre y apellidos y nació un 29 de febrero, para más señas. Seguramente lo que querían es lo que sucedió: que todo el mundo hablara de esto; si bien quizás no en el sentido que hubieran deseado. Por otra parte, sabido es también, a estas alturas, que cualquier acto institucional de cualquier gobierno del mundo –del tipo y nivel que sea– se hace pensando en engrandecer al líder o lideresa del partido que está en el poder. Los protocolos, como los penaltis del VAR por desgracia, tienen flexibilidad de interpretaciones, pero siempre se van a utilizar de forma que favorezcan a quien los manejan. Y en Moncloa lo sabían, jugaron a hacer de víctimas y han salido más bien chamuscados. Madrid sigue quedando muy lejos de Moncloa. Hay protocolos que matan…