PROMETE QUE ALGO QUEDA

opinión, Por Decir Algo

11 mayo, 2023

Lleva ya varias semanas el presidente del gobierno español haciendo campaña para unas elecciones… a las que no se presenta. El hecho de contar con un instrumento del que ningún otro candidato dispone, a saber, el Boletín Oficial del Estado, le permite una indudable ventaja competitiva. Si otros anuncian medidas posibles para el futuro, Pedro Sánchez tiene esa varita mágica por la que convierte en realidad cualquier deseo. Como oí a un comentarista radiofónico hace poco, en vez del “puedo prometer y prometo” de Adolfo Suárez en la Transición, Sánchez abandera el “puedo aprobar y apruebo”, con efectos fulminantes. Él lo dice en un mitin el domingo y el martes lo aprueba el consejo de ministros: así de sencillo.

Todo sea por ganar, o por no perder, unas elecciones. No perder, para los socialistas, es repetir la fórmula de la mayoría legislativa actual, con Podemos y/o Sumar y los partidos nacionalistas e independentistas, aunque el PP saque más escaños que el PSOE o incluso si la suma de PP y Vox no da la mayoría absoluta. ¿Se dan cuenta? Sin querer, hemos caído en la trampa que nos están tendiendo casi todos los políticos porque estamos hablando de las generales y no de las autonómicas y municipales, que son las que tenemos en apenas tres semanas. Pasa lo mismo con muchas encuestas de intención de voto. Todo esto nos hace caer en la cuenta de que, en efecto, casi todos los partidos se están tomando los comicios del 28 de mayo como antesala de las generales de fin de año o, en todo caso, como un test cuasiplebiscitario sobre el fin o la continuidad del sanchismo y su fórmula de gobierno antedicha.

 

Ante la lluvia de promesas, y de realidades, vía Boletín Oficial del Estado, el votante medio puede: o bien mostrarse crédulo y decir “¡bienvenidas sean!, ¡más vale tarde que nunca!, ¡ojalá hubiera más elecciones para que nos ofrezcan tantas cosas!”; o bien responder con el escepticismo de quien sabe de qué va la cosa y recordar que “esta película ya la he visto antes”, “a mí no me pillan, que solo se acuerdan de nosotros cuando necesitan el voto”.

 

Prometer es gratis pero lo que más cuenta para saber si se trata de un arma efectiva es la credibilidad del portador del mensaje. Y en este punto es donde Sánchez se ha ganado una mala fama. Desde sus primeros tiempos ha dado muestras de que su palabra no se caracteriza precisamente por la firmeza y por la coherencia entre lo que dice y hace; y de eso la gente, o sectores amplios de la ciudadanía, toman nota. La confianza, en política, es un factor esencial para resistir a largo plazo. Se puede jugar algún tiempo al cortoplacismo debido a las necesidades de las alianzas o acuerdos políticos anudados y de la supervivencia en el poder, pero a la larga esa situación de permanente equilibrios se torna poco sostenible.

 

Si teniendo aquí al lado estos comicios autonómicos y locales se han producido tantas promesas de medidas de política nacional, agárrense fuerte porque aún quedan por adelante seis meses más hasta las generales. ¿Aguantarán las cuentas públicas los dispendios de tantas medidas tan descaradamente electoralistas y casi casi populistas? Dios nos pille confesados…