PRESUPUESTO, DICHOSO PRESUPUESTO
La Asamblea Regional debate desde este martes el proyecto de ley de Presupuestos Regionales de 2021, y consejero a consejero, a dos o tres comparecencias diarias, se están desarrollando las cuentas de los respectivos departamentos. En total, el presupuesto de 2021 asciende a 5.331 millones de euros para hacer frente a una crisis sanitaria y económica sin parangón alguno. Aunque llegan a la Cámara con meses de retraso, sean bienvenidos, nunca es tarde, y ya saben lo que dicen de la dicha… Pero, ¿serán dichosos nuestros presupuestos?
Los Presupuestos regionales de 2021 podrían aprobarse el próximo 16 de junio, de no mediar algún cataclismo, probabilidad nunca desdeñable en tan telúrica región, donde un simple pin puede hacer estremecer la tierra toda. De momento, constituye el mayor Presupuesto de nuestra historia y su meta no es otra sino la de combatir la crisis al coronavirus debida. Y no puede haber meta más alta; para tal fin, contempla un aumento del 12,2% y 578,2 millones más.
El Ejecutivo regional de López Miras reitera la fórmula mágica de aumentar el gasto y reducir los impuestos, a pesar del riesgo, más que evidente, de que vuelva a dispararse el déficit. Pero a eso ya estamos acostumbrados. Los objetivos principales de las cuentas regionales de este año se resumen en estos tres mandamientos: “blindar los servicios públicos esenciales, avanzar en la reactivación económica y afrontar la transformación digital y sostenible de la Región”, según las propias palabras del consejero de Economía y Hacienda, Javier Celdrán. Y no habrá nadie que ose criticar tal desiderátum, que supone ‘el no va más’ de este juego numérico en el que se comprime la suerte de la Región.
El gasto social vuelve a acaparar casi el 80% del Presupuesto, con la sanidad en primer término con 2.144 millones, seguida de educación, con más de 1.389 millones, y las políticas sociales, en tercer lugar, con una inversión aproximada de 457 millones. De esta guisa, cargados de millones teóricos, uno a uno, desfilan los consejeros por la Asamblea, y se desgranan paulatinamente los entresijos presupuestarios; y también uno a uno, exponen sus magnos propósitos que elevan al cielo de la Asamblea.
Lo están haciendo con una celeridad sorprendente, en menos de una semana se verá cumplimentado este trámite; de martes a viernes, la sucesión de comparecencias está abotargando a sus señorías, acostumbradas a trabajar con mucha más calma. Pero realmente el tiempo apremia, y ya llegan con retraso las cuentas, y con la que hacaído (y todavía sigue cayendo) no se puede desperdiciar ni un día más. Aun así, a la oposición no le ha hecho gracia ninguna estas prisas de última hora. PSOE y Podemos denuncian que se ha querido “despachar en cuatro días” el proyecto de ley más relevante del año. Mas si lo hubieran hecho con mayor lentitud, igualmente se hubiera criticado la hipotética premiosidad del Ejecutivo. Y viceversa. Son como niños con acharolados presupuestos nuevos.
Sin embargo, esta deliciosa función parlamentaria aún está lejos de concluirse. Tras las comparecencias de los consejeros, el debate de totalidad se celebra el próximo martes. Posteriormente, se abrirá un periodo para la presentación de enmiendas hasta el 2 de junio, al que previsiblemente sólo concurrirán PSOE y Podemos. Finalmente, el miércoles día 16 será el día D, el de la votación decisiva.
No hagan apuestas, el resultado está atado y bien atado (a no ser que alguien desate a las furias todas que anidan en las simas más oscuras). El PP, con 16 diputados, tiene garantizados los apoyos de los ‘exciudadanos’ y de los tres expulsados de Vox. No será, por tanto, imprescindible el disputado voto del diputado de Vox, Pascual Salvador. Los presupuestos, en consecuencia, saldrán adelante. Ahora, hay que ver si salimos adelante todos los demás.