No sé si ustedes son tan masoquistas y se tragan, como yo, los especiales que la radio, la televisión y también los diarios –ahora que pueden también dar imágenes en sus páginas web– dedican las noches de las elecciones. Sesudos y a veces no tan sesudos analistas, opinólogos o todólogos se sientan y se sienten en la necesidad de decir algo interesante… incluso cuando sólo se lleva escrutado un uno por ciento de los votos.
Lo confieso, yo he sido uno de ellos en más de una ocasión, he participado en esos saraos como figurantes que rellenan espacio y tiempo hasta que llegan los líderes políticos a lanzar sus mensajes tras conocerse, por fin, los resultados. Primero, aquellos que apenas han rascado bola; véase el domingo en Galicia: Podemos –con menos votos que el PACMA que ya es decir–; Sumar, que más bien ha restado en el propio terruño de su líder nacional Yolanda Díaz; y Vox, uno de cuyos dirigentes se ufanaba en plan victorioso de que había subido con respecto a 2020: el 2,19% de los votos frente al 2,05%, una subida impresionante oiga, que le ha vuelto a situar en la irrelevancia más absoluta, es decir, lo que coloquialmente se llama un rosco, o sea cero escaños.
La verdad es que dan un poco, o un mucho, de vergüenza ajena, por lo general; particularmente los perdedores. Oí esa noche a una representante, no recuerdo si de Sumar o de Podemos, que lo mismo da a estos efectos, ¡que estaba orgullosa del resultado conseguido!, o sea, de no haber rascado bola. ¡Hombre! Una cosa es intentar levantar la moral de la tropa y otra bien distinta es disfrazar la cruel realidad de los hechos.
No se libran algunos tertulianos tampoco de caer en ciertos ridículos como cuando se ponían a comparar las cifras de Sumar, Podemos y Vox, que a fin de cuentas nada van a contar en el tablero político gallego estos próximos cuatro años y han demostrado que interesan más bien casi nada a los gallegos. Pues eso: que hay que rellenar espacio… incluso hablando de Democracia Ourensana con su flamante único diputado: todo un logro partiendo de cero, y que poco o nada va a pintar en el nuevo parlamento.
¿A dónde quiero ir a parar con todo esto? A que había en bastantes programas como un intento más o menos sibilino de esconder la machada, la enésima machada del Partido Popular y su quinta mayoría absoluta consecutiva, y esta vez sin Feijóo como candidato. Se oyeron expresiones como: el PP aguanta, el PP salva los muebles y similares.
Aplíquese aquí aquello de dato mata relato. Los datos han sido demoledores, al PP por ahora no hay quien le tosa en Galicia y, por el otro lado, el partido de Sánchez se ha quedado en pírricos nueve escaños, peor resultado de su historia en Galicia. Su presunto socio de gobierno, el BNG, por el contrario, ha obtenido el mejor resultado histórico. Aparte de la incontestable hegemonía popular, ¿no son los resultados de socialistas y nacionalistas como para hacer pensar que algo no funciona en la maquinaria de Ferraz y de Moncloa, aquella que afirmaba solemne que el PP era una fábrica de hacer nacionalistas? Parece más bien que el PSOE últimamente pone más empeño que el PP en ello. Próxima estación: Euskadi. Se prometen emociones fuertes.
Carlos Barrera