MÁS SOBRE VINICIUS

opinión, Por Decir Algo

25 mayo, 2023

Sé muy bien que no soy original pero tengo que hacerlo. Voy a hablar sobre Vinicius. O mejor dicho, voy a hablar de lo de Vinicius, que no es lo mismo. Alguno me podrá acusar, metáfora taurina mediante, de dar una larga cambiada en el asunto, pero es como lo veo: yendo más allá del incidente específico que está dando la vuelta al mundo y no solo el futbolístico. Porque detrás de lo ocurrido y de muchos otros episodios cotidianos en nuestra sociedad, se esconde una intensa falta de civismo, que es a donde quiero llegar.

Si queremos naturalizar el insulto y la provocación, entonces no hay nada que hacer: apaga y vámonos. Pero soy de los que creen que no deben tener cabida en una sociedad civilizada y, sin embargo –no hay más que ver a nuestros políticos enzarzándose una y otra vez en sus diatribas y en sus “y tú más”–, sin embargo, parecen haber cobrado carta de naturaleza en el espacio público.

 

Apareció en una lona en pleno centro de Madrid un anuncio electoral de Más Madrid que decía: “Madrid es la… hache puntos suspensivos”. Nos estamos malacostumbrando a las zafiedades y ordinarieces que, en este caso –además–, hieren la sensibilidad de los católicos a los que maldita la gracia que les hace la “ocurrencia”, por llamarla de algún modo, de los publicistas electorales de turno. Es otro ejemplo de la escasa sensibilidad que se tiene por el respeto a ideas y creencias de los demás.

 

Las legítimas disputas en la política, en el deporte, en la sociedad, no deben caer en el facilón recurso del insulto, del desdén provocativo, del hacer daño a sabiendas. Estamos cayendo en una peligrosa espiral donde parece que todo vale con tal de desacreditar a quien no es o no piensa como uno, al diferente, al opositor, al rival, al otro en definitiva. Nos jactamos de vivir en una sociedad que pertenece al supuesto Occidente civilizado y… ¡bueno!, también llamaban civilización a la Roma que mandaba a los cristianos a los leones, ¿no es así? Ciertas dosis de autocrítica no complaciente no nos vendrían mal, porque así podríamos comprender las razones de quienes, desde otras culturas, nos ven como gentes sin principios y como relativistas absolutos.

 

Un país entero no puede ser racista, y vuelvo a lo de Vinicius, pero ejemplares sueltos y no tan sueltos, a los que se les va más la fuerza por la boca, pueden serlo aunque en privado lo nieguen. “De la abundancia del corazón habla la boca” (Lucas 6, 45). Sí, San Lucas lo pone en su evangelio como dicho por Jesús, y es una gran verdad que pocos pueden negar porque uno habla fundamentalmente de lo que lleva dentro. Llámese civismo, llámese educación, llámese respeto o simplemente caridad, de todo eso cada vez nos falta más, y que cada cual se aplique el cuento. Todos saldremos ganando. No nos quedemos en la anécdota de lo de Vinicius y vayamos a la categoría.