LECTURAS DE UN PATRIÓMETRO

opinión, Por Decir Algo

13 octubre 2023,

Coincidiendo con la fiesta nacional del 12 de octubre, el diario El Mundo ha publicado los datos de una interesante encuesta de Sigma Dos que preguntaba acerca del sentimiento de ser español. El titular con que informaba, para llamar la atención del lector, decía: “Orgullo de ser español en máximos ante la amnistía”. Y el subtitular especificaba: “El 77,4% de la población se siente muy o bastante satisfecha con su nacionalidad”. Para cómo andan los tiempos puede parecer un buen porcentaje, si bien la lectura inversa también da que pensar: casi uno de cada cuatro no está satisfecho.

Aparte de este dato, al examinar la letra pequeña se descubren algunas perlas, especialmente cuando se desglosan las respuestas según el voto a partidos. Me ha llamado la atención la disonancia de los votantes de Sumar con respecto a los demás en la pregunta: “¿Cuál de las siguientes definiciones expresa mejor cómo te sientes?” Las respuestas posibles eran: europeo, español, de mi comunidad autónoma, de mi municipio, ciudadano del mundo, y de mi país de origen. Pues bien, el mayor porcentaje de los votantes de Sumar contestó “ciudadano del mundo”, frente a los votantes del PSOE, PP, Vox y Resto, cuya opción prioritaria fue “español”.

Queda muy bonito, no lo niego, eso de declararse “ciudadano del mundo”, o del mundo mundial, pero ¿no creen que denota un excesivo desapego de lo propio o un idealismo desmesurado que no viene muy bien a la hora de gobernar? Maliciosa e irónicamente alguno podría pensar que es lógico pensar así en una formación política cuya líder declaró que “las personas inmensamente ricas tienen cohetes para escapar de la Tierra” cuando los demás “nos vamos al carajo”, palabras literales de Yolanda Díaz. Una cosmovisión tan espacial y galáctica exige, desde luego, una visión amplia de la realidad nacional en el mundo…

En lo que sí coinciden todos y cada uno (esto es, la mayoría de votantes de PSOE, PP, Vox, Sumar y Resto) es en su identificación con la gastronomía española, con una aprobación media de 8,7 sobre 10, por encima de la identificación con la cultura, la historia, la Constitución, las selecciones deportivas, la bandera, el folklore, el himno… y no digamos la pobre monarquía, la última de la fila que aprueba con un raspado 5,5. Y es que con las cosas de comer no se juega y ya sabemos que como en España no se come mejor en ningún sitio. Vamos, que los ricos de la vicepresidenta Díaz podrían apuntar con sus cohetes hacia España si quieren huir pero comiendo bien.

En resumen: ciudadanos del mundo sí, pero comiendo paella, tortilla de patata con o sin cebolla, pulpiño, marmitako, gazpachito y demás excelencias patrias, más copita de buen vino, cava catalán y pacharán navarro. Así no nos iremos al carajo sino al carajillo…