LAS BANDERAS NO ONDEAN

A MICRÓFONO CERRADO

12 mayo, 2021

 Lo hemos dicho muchas veces ya a lo largo de estos últimos diez años, que nos unen en esta sintonía: esta Región será turística o no será. Pero al Turismo, que renacerá de manera exponencial a partir de este verano, hay que llegar con los deberes hechos y con las asignaturas aprobadas. Mas seguimos teniendo, entre otras, pendiente la oprobiosa asignatura del Mar Menor, que nos lastra en demasía.

De tal suerte, nos presentamos a Fitur, con ninguna bandera azul en las playas marmenorenses, y con la Manga siendo un espectro de lo que pudo haber sido y no fue. Ya me dirán qué carta de presentación es ésta…, se parece en exceso a la de los últimos años. Evidentemente venimos de un año de cruel pandemia, pero el covid no es el único virus que afecta a la llamada Joya de la Corona, que mejora paulatinamente, aunque su salud sigue en peligro.

De esta guisa, ya se pueden esforzar todo lo que gusten nuestros expedicionarios a la feria de las vanidades madrileña; con tal rémora, vender nuestra gastronomía, nuestro patrimonio cultural, nuestros atractivos naturales se convierte en una misión de alto riesgo. Con el Mar Menor y nuestra Manga en tales condiciones, la marca turística regional no puede prosperar, diga el político de turno lo que le diga, que lo dirá. En Fitur volveremos a jugar como nunca (ya verán qué discursos, qué soflamas), aunque perderemos como casi siempre. Al menos, perderemos la oportunidad de vender una marca de calidad, definida, concreta y fiable. Aunque, ¿de qué marca estamos hablando? Nuestra marca ha cambiado tanto de nombre y de formas en la última década, que ya no sé si somos típicos o atípicos. ¿Verdad, insigne doctor Karabatic, de nefasta memoria?

Lo que sí sé es que el Mar Menor vuelve a quedarse, por quinto año consecutivo, sin banderas azules. Pese a todo, la Comunidad insiste en que las aguas son aptas para el baño, y no lo pongo en duda; sin embargo, no se cumplen todos los parámetros que exigen las azules enseñas. No obstante, con 26 playas y seis puertos deportivos, la Región mantiene el mismo número de distinciones que en 2020. Para algunos revalidarlas constituye de suyo un éxito incontestable. Aun así, hay quien contesta…

Águilas lidera el ránking con once banderas azules y le sigue Mazarrón, con diez distintivos. Cartagena renueva las siete banderas del municipio, San Pedro del Pinatar mantiene banderas en la playa de El Mojón y en el puerto Marina de las Salinas; a su vez, Lorca luce una bandera azul en la cala de Calnegre y San Javier conserva otra en La Ensenada del Esparto. Y ese es todo nuestro bagaje para vender nuestro sol y nuestras playas. Y no olvidemos que, sin el injustamente denostado turismo de sol y playa, el porvenir del sector se tornaría muy negro. Gracias a Dios, somos acaudalados en sol, mas (parafraseando a Valle Inclán) qué sería de esta Región nublada…

Estos célebres estandartes, de los que tan prolija es España (indiscutible líder europeo con 616 banderas), subrayan en azul la excelencia del agua de baño, el cumplimiento de la normativa medioambiental y la seguridad de los usuarios. Enconsecuencia, pregúntense por qué el Mar Menor carece de ellas: la respuesta es muy sencilla, si no las tenemos es porque no las merecemos. No las merecemos… todavía no.

Es muy significativo el hecho de que los propios municipios de la comarca no se hayan atrevido a presentar siquiera la solicitud para que sus playas marmenorenses optasen a tal distinción; me temo que conocían sobradamente de antemano el resultado que hubieran obtenido. Treinta y dos banderas podrían parecer un balance satisfactorio, si no nos fijáramos en las sonoras ausencias, aquellas banderas que no ondean sino en el recuerdo.