LA COSA ESA DE YOLANDA DÍAZ
11 mayo, 2022
Tanta expectación y por tanto tiempo, quizás demasiado, está levantando el supuesto movimiento político de Yolanda Díaz que uno ya no sabe si acabará siendo un bluff ante la jaula de grillos en que puede convertirse, más aún si consideramos el guirigay en que se ha convertido una operación similar, aunque Yolanda se haya desmarcado finalmente de ella, para las próximas elecciones en Andalucía. Como ya saben, distintas marcas a la izquierda del PSOE han pretendido unirse para estos próximos comicios de junio y, entre los fallos formales para registrar la coalición y las explicaciones contradictorias posteriores de sus principales hacedores, la cosa no ha acabado, o mejor dicho, comenzado bien.
La gran cuestión es si realmente hay un espacio político mínimamente homogéneo para que lo ocupe “eso” que está preparando la vicepresidenta tercera del gobierno. Y subrayo lo de “eso” porque quizás ahí reside su principal debilidad. Nadie sabe cómo llamarlo: espacio, movimiento, frente amplio, coalición… ¿Cuál va a ser, si fructifica, su naturaleza? Hoy en día su aspecto es aún vaporoso. Los analistas señalan más las notorias dificultades que puede tener, superiores a la supuesta capacidad de convocatoria de una de las ministras mejor valoradas, sin duda, del actual gobierno.
No hay que olvidar que, en nuestra historia reciente, ese espacio nunca ha llegado a consolidarse. Al pretender unir sensibilidades y personalidades variadas, la fórmula habitual ha sido la de una coalición. Recuérdense la Izquierda Unida nacida a raíz del referéndum sobre la OTAN en 1986 y la actual Unidas Podemos con sus confluencias en distintas autonomías. Aun erigiéndose normalmente una fuerza hegemónica, como el PCE en Izquierda Unida o actualmente Podemos, ha predominado en el subsuelo un batiburrillo de movimientos y secesiones múltiples, a nivel nacional o autonómico, que han acabado por restarle fuerza.
Así las cosas, el reto de Yolanda Díaz, la cosa esa que dice estar en proceso, no es nada fácil; menos aún cuando ocupa un alto puesto en un gobierno que va de capa caída y cuyo presidente pertenece a otro partido, el socialista, directo competidor de la cosa esa en unas elecciones. La erosión, el desgaste que está sufriendo el gobierno le afecta también a Díaz por más que intente ponerse a un lado o de perfil en las últimas controversias. Además, hasta Pablo Iglesias, que la designó sucesora dedazo mediante, recela ya de ella y le provoca suspicacias. Embarrado está el camino y no se ha producido la recuperación económica que podría beneficiar a la ministra de Trabajo. Trabajo, desde luego, le queda si no quiere naufragar en el intento.