HACER LAS COSAS BIEN

A MICRÓFONO CERRADO

Hagamos un reconocimiento a nuestro civismo debido, que se suma a una gestión eficaz; y cuando las cosas se hacen bien, se obtienen resultados. Así está sucediendo con la cuarta ola de esta pandemia en Murcia; las medidas y restricciones han funcionado; como también hay que subrayar que la concienciación ciudadana ha desterrado anteriores relajaciones que tanto daño hicieron. Afortunadamente, aprendimos la lección de Navidad, tan cruel y acerba.

Y ahí está el resultado que, como todo en esta crisis, es provisional, aunque halagüeño. Pero, así como criticamos errores, como los acaecidos en el proceso de vacunación, hay que destacar que la nuestra es la primera comunidad que presenta criterios de ‘nueva normalidad’, según el último informe del Ministerio de Sanidad. 

‘Nuevas normalidad…’, no sé si a ustedes les pasa lo mismo, pero cuando pronuncio este término, se me eriza el cabello. Mas bien está, lo que está bien; y que seamos los primeros de esta renovada nueva normalidad y sus esotéricos criterios, inescrutables como los caminos del Altísimo, me llena de un tímido orgullo, no exento de temor, porque ya hemos tropezado en piedras parecidas antes. Mientras tanto, por una vez, vemos a los demás en la lejanía; el resto de autonomías se mantiene en diferentes niveles de alerta, que van desde el 1 (Extremadura, Comunidad Valenciana y Galicia) al 4 (Madrid, Cataluña y Aragón).

En consecuencia, el Comité de Seguimiento de la Covid, ha movido ficha, y ha suavizado notablemente las restricciones. De este modo, el toque de queda se retrasa a las doce de la noche, a partir de este miércoles 28. También se amplían los aforos de bodas, bautizos y comuniones hasta 100 personas en exteriores. Las dos medidas inyectan una dosis de optimismo a la hostelería y a los salones de celebraciones, sectores que han sufrido con una virulencia desconocida, en carne viva, las repercusiones de la pandemia.

En fin, poco a poco, volvemos a la normalidad… O eso quisiéramos. Porque lo de nueva normalidad, no deja de ser una anormalidad más, un eufemismo nada brillante, falaz e ilusorio; y hasta que no consigamos la inmunidad de rebaño, nuestros corderos siguen en peligro.