FATIGA ESTRUCTURAL
31 mayo, 2022
Alguna lumbrera de la izquierda que se dice progresista dijo no hace mucho que “la cultura del esfuerzo genera fatiga estructural y epidemia de ansiedad”. Será por eso, seguramente, que el Real Madrid ganó sin despeinarse la final de la Champions el pasado sábado, por poner un ejemplo cercano: se dejó llevar y, sin quererlo, sin esfuerzo alguno que a nada bueno conduce, se encontró con que había vencido al Liverpool. Y lo han hecho ya catorce veces. Se supone, claro está, que sin esfuerzo especial…
Lilith Verstrynge, que así se llama la criatura y es secretaria de organización de Unidas Podemos, fue quien lanzó esa frase –la de la fatiga estructural y la epidemia de ansiedad– como una crítica a la meritocracia que aliena a nuestra sociedad. Parecía ir en contra del sentido común que sentencia, según el dicho popular (que no del Partido Popular), “el que la sigue, la consigue”. Mal irá cualquier sistema educativo de cualquier país si no premia el esfuerzo, que no es lo mismo que la meta porque cada cual debe tener el derecho de poder llegar a donde sus capacidades le alcancen. Últimamente lo que nos llega de las leyes de educación que se están aprobando en nuestro país va más bien por esa vía “verstryngeniana”, cuyo resultado final es el empobrecimiento del capital humano, es decir, de quienes tendrán que sacar el país adelante –o lo que quede de él– después de nosotros.
Si a eso le añadimos, y eso sí que es preocupante, el déficit de atención que presentan las nuevas generaciones –más atentas a lo fugaz que aparece en las pantallas que a lo que exige tiempo, reposo y atención–, tenemos el cóctel perfecto para no ser muy optimistas de cara al futuro. No quiero ser agorero. También se debe valorar otro tipo de aptitudes que los adolescentes y jóvenes tienen para enfrentarse a una realidad que es distinta a la que vivimos nosotros en nuestros años mozos y en la que se mueven como peces en el agua. Bienvenidos sean, pero que no se crean los reyes del mambo.
Si el aprender, el adquirir nuevos conocimientos, aptitudes y destrezas, tuviera que venir acompañado siempre de una sensación placentera, estaríamos todavía en la era del descubrimiento de la rueda… o disputando la final de la Champions Football League en el estadio de Atapuerca.