EXTRAPOLACIÓN

opinión, Por Decir Algo

21 junio, 2022

¿Corrimiento de tierras, tsunami, revolcón? Estos y otros términos semejantes se han utilizado para describir lo sucedido el domingo en las elecciones en Andalucía, es decir, la inédita mayoría absoluta del Partido Popular, que ha llevado consigo lógicamente la debacle de los partidos de izquierda. Su victoria se daba por descontada pero su magnitud ha desbordado las expectativas incluso de los más optimistas. Se lo ha ganado a pulso, al igual que las izquierdas perdedoras –que nunca encontraron su sitio ni su mensaje durante la campaña.

Ahora bien, cuestión disputada es si estos resultados son extrapolables o no a unas elecciones generales, que a año y medio vista están si Pedro Sánchez no las convoca antes, y no parece que vaya a hacerlo. Desde las filas socialistas el mensaje es claro: son comicios distintos, no se vota con la misma intención en unas que en otras, ha habido mucho voto prestado al PP, amén de la abstención; y ya se comprobará todo esto cuando se celebren. Desde las filas populares no se dice expresamente, por cautela, que se vayan a repetir matemáticamente los resultados, pero señalan –a todo el que quiera oírlo– que ya van tres seguidas, tres victorias seguidas en Madrid, Castilla y León y Andalucía, y que la tendencia lo dice todo; para ellos se trata de una ola imparable.

No descubrimos grandes mediterráneos sociológicos o de comportamiento electoral cuando constatamos que, históricamente –y con variaciones dependiendo de comunidades autónomas– hay porciones de votos que cambian de partido según el tipo de convocatoria electoral. En este sentido los socialistas tienen al menos parte de razón, y en ello se refugian para albergar esperanzas de remontada, en plan Real Madrid de Champions. Muchos votantes de, por ejemplo, Ayuso en Madrid y Moreno en Andalucía no son del PP de toda la vida y pueden volver al redil que les ha desencantado. Y nótese que se trata de dos caladeros que otorgan muchos escaños en unas elecciones generales.

No es menos cierto que, también históricamente, las grandes derrotas en las generales han venido precedidas de derrotas parciales en otros comicios diversos; lo cual, aplicado al caso en que nos encontramos, nos marcaría una tendencia que parece haber alcanzado, por sus dimensiones, un punto de no retorno. Dicho en otras palabras, el rechazo al gobierno de Sánchez crece y crece, y a estas alturas de la legislatura, el margen de reacción se ha reducido ostensiblemente porque se ha roto el principal de los vínculos en política: la confianza. No hay peor ciego que el que no quiere ver. Las excusas de los dirigentes socialistas no han convencido ni a ellos mismos, y lo saben.