06 octubre, 2022

Expansivos. Ese es el adjetivo más usado para los presupuestos que ha pergeñado el gobierno de Pedro Sánchez. No sé yo si estamos para muchas expansiones con la que está cayendo y, lo que es peor, con la que se cierne según la mayoría de los expertos, que temen un otoño e invierno crudos en lo económico a nivel global y, por lo tanto, también en España. Vamos, que no está el horno para muchos bollos.

Sin embargo, la necesidad política acucia. Y si algo ha demostrado nuestro presidente y su gobierno de coalición -o de cuotas- es una facilidad suma para ir sacando adelante votaciones en el Congreso de los Diputados. Le conviene al PSOE, le conviene a Unidas Podemos, le conviene a Yolanda Díaz suma que te suma, y les conviene a los incontables socios de legislatura que a buen seguro volverán a pescar en río revuelto consiguiendo abundantes ganancias de sabios pescadores: contraprestaciones políticas y económicas con las que seguir luciendo músculo de cara a sus clientelas, votantes y simpatizantes, que elecciones hay a la vuelta de la esquina.

Forjar lo que, en instancias gubernamentales, se ha dado en llamar un sólido “escudo social”, puede ser -y cuánto me gustaría equivocarme- pan para hoy y hambre para mañana. Claro que, a este paso, según los pronósticos demoscópicos casi unánimes, a quien le tocaría administrar la penuria sería al siguiente inquilino de la Moncloa: un tal, se supone, Alberto Núñez Feijóo. Se repetiría así la película ya vista de 2011: nefasta gestión económica de la crisis por parte de un gobierno de izquierdas y… la derecha a comerse el marrón de tener que tomar medidas impopulares. Entonces fueron Zapatero y Rajoy los actores principales de la trama. ¿Serán Sánchez y Feijóo los siguientes? Hagan apuestas pero todo huele a que sí.

Entretanto los platos los seguirá pagando la sufrida clase media, que a este paso seguirá reduciendo su tamaño, los autónomos y otros colectivos varios a los que no les ha tocado la lotería de los presupuestos generales del Estado y de las medidas fiscales anunciadas. Y es que nunca llueve a gusto de todos, aunque ahora todos firmaríamos lluvia otoñal abundante para llenar nuestros sedientos embalses, que este sí que es un serio problemón.