¿ESPÍAS TRANSPARENTES?

opinión, Por Decir Algo

09 mayo, 2022 

Ahora que el consumo de series es un hábito tan común y establecido, lo de los espionajes múltiples a los independentistas catalanes, al propio gobierno de España, con el CNI de por medio y Pegasus por bandera, supera los límites de la ficción y hace que lo sucedido parezca estar basado en una serie real. Quizás alguno pueda corregirme y decir que estamos yendo incluso un paso más allá porque a lo que estamos asistiendo es a un auténtico reality show, cuyo título bien pudiera ser, desde luego, “Supervivientes”. Lo que aún no sabemos es quién va a salir vivo de esta. Chamuscados, por de pronto, ya hay más de uno.

Si no fuera porque estamos hablando de una cuestión tan seria como la seguridad nacional, lo trataríamos como un sainete más de nuestra vida política, el enésimo de esta legislatura que se va desmoronando a pasos agigantados. Haber sido desnudados o públicamente abiertos en canal no es plato agradable para cualquier gobernante con un mínimo sentido de la responsabilidad y de la ejemplaridad. La cercana cumbre de la OTAN en Madrid suena así casi a chirigota en cuanto a la fiabilidad que pueden percibir nuestros socios dado el espectáculo lamentable que se ha propiciado en torno a cuestiones que debían permanecer en secreto.

Se ha escudado el gobierno en la transparencia para dar a conocer datos que nunca debían haber salido a la luz. Digámoslo claro: las cuestiones relativas a los servicios de inteligencia nacionales tienen, en todo el mundo, y por su esencia, otras reglas distintas a las de la vida política en general. Se puede exigir transparencia, por ejemplo, a Radiotelevisión Española, al Tribunal de Cuentas, al propio Gobierno por supuesto en primerísimo lugar, pero cuando hablamos del CNI, seamos serios: no se le puede exponer de la forma en que se ha hecho porque va en serio detrimento de la eficacia de su trabajo y de la necesidad de colaboración con agencias de otros países, especialmente los occidentales.

Caerán o no caerán cabezas, como piden socios de gobierno y de legislatura, pero el daño reputacional, como ahora se dice, ya está hecho. Recobrar la confianza interna y externa le costará tiempo al CNI y esperemos que no nos cause disgustos inesperados en estos tiempos tan turbulentos. Ya sabemos cómo se las gastan algunos de nuestros vecinos países del sur, estrecho abajo, sobre todo si ven a un gobierno tan vulnerable.