Y se apellida Galindo… Por fin se resolvió el misterioso misterio de las tan transparentes –según la versión oficial– negociaciones entre PSOE y Junts. Galindo es el verificador, o mediador por emplear otra terminología al uso, que facilitará que se entiendan unos (sin hache) y otros. Por supuesto en territorio helvético, porque en España no hay quien se entienda. 

Los más viejos del lugar se acordarán de cómo anunciaba su llegada a las calles de la ciudad el afilador, con ese grito tan característico: ¡el afiladoooor! Y desde las ventanas de sus casas los vecinos le paraban para que afilara sus cuchillos, tijeras y demás utensilios cortantes. Ahora, cada vez que Galindo se acerque por Ginebra entonará una tonadilla parecida: ¡el verificadoooor! Y en torno a él se congregarán los acólitos de Sánchez y de Puigdemont para sentarse a la mesa y hablar.

Me pregunto en qué idioma hablarán. No me imagino a Santos Cerdán profiriendo catalán con acentico de la Ribera navarra. Tampoco le veo manejando el inglés, lingua franca universal. Siendo Galindo salvadoreño, aunque por su condición diplomática hablará lenguas, mucho me temo que al final todos hablarán castellano. Aunque si se ponen farrucos los indepes, siempre nos quedará el pinganillo. En el Congreso de los Diputados creo que sobran porque los de Vox no los usan, así que pueden pedir un cargamento a la presidenta Armengol para enviar, con portes pagados, a Ginebra.

La verdad es que, puestos a buscar un verificador, podían haber acudido a la ANECA. ¿Qué quién esa señora? En el mundo académico en el que habito es conocida, y temida, por todos. Responde a las siglas de Agencia Nacional de Evaluación, Calidad y Acreditación, y entre otras cosas se encarga de verificar –he aquí el vocablo de moda– los títulos que ofrecen los centros universitarios para garantizar estándares de calidad. 

Verificadores tiene la ANECA, podríamos decir parafraseando la conocida expresión dedicada a los doctores y la Iglesia. Mucho me temo, sin embargo, que como es “nacional” y las dos partes discuten qué y quién es una nación, mejor no involucrar a esa agencia estatal pese a sus reconocidas, y también discutidas, dotes verificativas.

Galindo es nuestro verificador. Bueno, de ellos, a mí que no me líen. Verificator podríamos denominarlo para darle más glamour mediático. Al fin y al cabo, es una especie de Terminator. ¿Recuerdan? Aquel musculoso personaje encarnado por Arnold Schwazenegger que, al comienzo de la película, cae en bolas en medio de un aparcamiento causando desconcierto y pavor generalizados. Desconcierto y pavor es lo que siembra el verificator en el sentido común de la mayoría de españoles, que gustarían de escuchar de su boca las mismas palabras de despedida tan típicas de Terminator: “Sayonara, baby”. Sería la señal de que la pesadilla habría terminado. Aunque siempre podría haber un Verificator 2 y 3 y 4, como en la peli.