EL TÚNEL COMO METÁFORA

opinión, Por Decir Algo

09 febrero, 2023

No cabían en sí de gozo los cántabros y los asturianos con los nuevos trenes prometidos desde Madrid para llegar a sus tierras antes, más y mejor. Ocurrió sin embargo aquello de “todo el gozo en un pozo”. Los cerebros responsables del diseño y construcción de dichos trenes no repararon en que el tamaño y la altura de los túneles que debían atravesar, dada la orografía especial de aquellas regiones, no permitían su paso por ellos. ¡Vaya chasco… y vaya chapuza! Y para los responsables del desaguisado, vaya ridículo más “espantacular”, si se me permite el neologismo mezcla de dos conocidos adjetivos.

Pienso, yendo más allá del hecho en sí y del lógico enojo de los afectados, en el túnel como metáfora para sucesos de nuestra vida política. Por ejemplo, en la cantidad de veces que leyes diseñadas y aprobadas presentan tal desajuste con la realidad que no caben en ella sin grave perjuicio de las propias infraestructuras sociales y de la convivencia ciudadana. Sí, ya sé que todos estarán pensando en la ley del solo sí es sí, pero es algo que puede abarcar a otras normas que han recibido el visto bueno (o se está en ello) del Parlamento, tales como la Ley Trans y la de Protección Animal. Tienen en común que practican una especie de ingeniería social que intenta moldear la sociedad de acuerdo con unos clichés o prejuicios básicamente ideológicos, cuyo contacto con la realidad de las cosas provoca disfunciones graves en cuanto al orden de prioridades por el que debe regirse una sociedad estable y, sobre todo, natural.

Y aquí es donde se sitúa el quid de la cuestión. Existe una tendencia, no solo en España sino en todo el Occidente, a intentar negar el orden natural del ser humano y de las cosas. Este se retuerce al intentar elevar lo minoritario a la categoría de normal y acaba derivando en que lo que siempre se ha entendido –por algo será– normal y natural aparece como amenazado por los supuestos derechos inalienables de esas minorías, que además se presentan de forma agresiva y radical y pretenden arrinconar a la mayoría, que se siente como acosada. 

Dicho en román paladino, como leí hace poco a un comentarista no exento de cierta hipérbole en sus palabras, hoy en día hasta parece sospechoso ser varón, blanco y heterosexual, por ejemplo. No hay más que ver lo que hacen en los últimos años bastantes grandes empresas multinacionales audiovisuales en sus productos. Lo políticamente correcto es atender los deseos de esas minorías y a ellas se pliegan. ¿No estaremos yendo demasiado lejos con tanta concesión? ¿Vamos a tener que ir todos en esos trenes que no van a poder transitar por los túneles de la tozuda realidad?