EL MASCARILLAZO

opinión, Por Decir Algo

08 febrero, 2022

Con hábiles trucos y subterfugios legislativos, el gobierno logró que el Congreso aprobara o refrendara la obligatoriedad del uso de mascarillas en exteriores, una de las medidas más impopulares de esta pandemia sin fin. Y es que la vía del decreto-ley, en el que el ejecutivo de Sánchez está superando todos los registros históricos de la democracia, ha facilitado colar la medida entre otras con las que apenas nada tenía que ver, en particular una especie de paga a extra a los pensionistas a la que era complicado oponerse.

Así anda el patio parlamentario. No es la primera vez que pasa en las Cortes, pero no por ello deja de resultar un tanto deprimente el enmascaramiento –y nunca mejor dicho– de una propuesta más que discutida dentro de otras medidas con las que guardaba tanta relación como la velocidad con el tocino. Estos encajes de bolillos, y a los mercadeos de votos para la reforma laboral me remito sin ir más lejos, pueden sostener a un gobierno y a sus proyectos durante un tiempo pero llegará un momento en que se colme la paciencia de algunos de sus socios habituales, o de los ocasionales como Ciudadanos, y se verá que contentar a todos no es tarea fácil en un Congreso tan fragmentado.

De tanto jugar con fuego puede ocurrir que un día se queme. Esta vez han sido las mascarillas pero la próxima puede ser incluso el festival de Eurovisión que tanto está dando que hablar. La famosa mayoría de investidura va teniendo una edad, sobre todo si fijamos su inicio en la de la moción de censura de mayo de 2018, y los materiales de que se compone pueden sufrir desgaste y erosión: máxime cuando ya encaramos la segunda mitad de la legislatura y cada partido calcula su voto no solo mirando en el interés general sino con un ojo puesto en las próximas elecciones generales. Los fallos o los cálculos errados al comienzo de legislatura pueden subsanarse e incluso caer en el olvido, pero los que se cometan a partir de ahora pueden ser penalizados en las urnas. Estamos en el tiempo de “tonterías, las justas”. Cualquier traspiés legislativo o cualquier dedo en el ojo de los votantes que sea percibido como tal pueden resultar letales de necesidad. Yo que el gobierno me lo pensaría dos veces antes de proceder a otro ”mascarillazo”.