EL HIMNO Y LA BANDERA

opinión, Por Decir Algo

24 enero, 2023

La concentración del domingo contra Pedro Sánchez y sus políticas en Cibeles no fue muy del agrado del editorialista del diario El País. El resumen que le precedía, a modo de síntesis de su contenido, decía: “La ultraderecha capitaliza la concentración de Cibeles y se apropia de símbolos como el himno y la bandera”. Tengo la ligera impresión de que estamos ante un viejo tema del que la izquierda no acaba de aprender una lección que en su día intentó asumir pero que se le resiste.

Me refiero, sí, al himno y la bandera, que son de todos los españoles que se precien de serlo, sean de derechas, de izquierda, de centro o mediopensionistas incluso. Si El País acusa a la ultraderecha de apropiación indebida de esos símbolos, ¿no tendrá en ello una parte culpable la izquierda timorata, pusilánime a la hora de utilizar la bandera roja y gualda de forma natural en sus actos o eventos? Si es de todos, que lo es, ¿por qué aún sienten una especie de rechazo en su subconsciente a hacerla propia con naturalidad y notoriedad en público? 

Hablo, por supuesto, de la bandera constitucional (la mayoritaria en Cibeles aunque hubiera alguna otra del pasado, allá quien la portara). No pretendo ser malicioso pero ¿no tendrá que ver el desuso de la bandera y del himno por la izquierda con las alianzas estables que el actual gobierno mantiene con quienes consideran esa bandera y ese himno como símbolos de un Estado usurpador con el que pretenden acabar? ¿Cuántas banderas de España quemadas o denigradas se han visto en concentraciones o manifestaciones apoyadas por grupos independentistas catalanes y vascos, que sostienen en esta legislatura la mayoría gubernamental a la hora de sacar adelante sus presupuestos y otras leyes? Resulta evidente que les molesta y, claro, quizás no sea lo más prudente para los socialistas, políticamente hablando, enseñar demasiado la bandera y el himno.

Me viene a la memoria, a mi democrática memoria, aquel mitin de final de campaña de Felipe González el 26 de octubre de 1982, en el que aleccionaba a la multitud allí presente sobre el significado y el valor de la bandera constitucional, “nuestra bandera” enfatizaba con energía, sobre la que dijo que era de todos y no solo de los que habían querido secuestrarla para subvertir el orden constitucional (aún estaba reciente el intento golpista del 23F). Ya sé que ahora, dentro del PSOE, le hacen muy poco caso a González porque era de otra época, pero consiguió integrar bajo los símbolos comunes a muchos españoles, incluso a aquellos refractarios a adoptar símbolos que les podían recordar a otras épocas pero que ya eran realmente de todos. Me temo que eso de “integrar” no es la especialidad de nuestros actuales gobernantes. Bueno, tratan de integrar a quienes desprecian esos símbolos y rechazan como retrógrados a quienes pacíficamente los utilizan.

¿Por qué los franceses de toda condición y extracción social o étnica cantan al unísono con orgullo La Marsellesa? ¿Por qué los norteamericanos hacen ondear la bandera de las barras y las estrellas en tantos edificios públicos y privados, en sus propias casas incluso, sin temor a que les tilden políticamente de fachas? ¿Por qué no normalizamos de una vez los españolitos el uso de nuestra bandera y de nuestro himno como en tantos países del mundo? Se habla mucho de carencias democráticas en nuestro sistema. Esta es, sin lugar a dudas, una de ellas. Al menos, que conste en acta. Es fácil acusar sectariamente a quienes usan esos símbolos, que son de pertenencia e integración, pero… ¿no resulta más lógico acusar a quienes hacen dejación de ellos?