EL GÉNERO DE LA VIOLENCIA

A MICRÓFONO CERRADO

25 noviembre, 2021

Como cada 25 de noviembre, la conmemoración del Día Mundial contra la Violencia de Género se convierte en un resonante hito universal, del que luego sólo queda el amargo sabor de la altisonancia. Un nuevo día internacional para la erradicación la violencia de género, un día más para la reivindicación y un día menos para tantas mujeres en el mundo que no lo van a poder hacer; entre ellas, 37 españolas que han sido asesinadas despiadadamente este año.  Violencia de género, violencia machista, violencia asesina, que cual rayo sanguinario no cesa.

Este día internacional se esfumará y otros vendrán; y el año que viene por estas fechas volveremos todos a rasgarnos las vestiduras y a entonar, de nuevo, primorosos sermones mientras la violencia machista se retroalimenta a sí misma. Mientras las mujeres mueren y sufren, un año más.

Como lo demuestran fehacientemente las estadísticas. Así por ejemplo, hasta junio se presentaron en la Región de Murcia, tres mil nuevas denuncias por violencia machista, en un año el que -por fortuna- no se han registrado víctimas mortales hasta ahora, porque nunca se sabe lo que puede suceder en los próximos días.

Además, la Región continúa ostentando, para vergüenza nuestra, una de las tasas más altas de maltrato. Por comunidades autónomas, la Región de Murcia, con 25,7 víctimas por cada 10.000 mujeres, se sitúo como la tercera del país por detrás de Baleares y Valencia. Y, de hecho, la violencia machista ha repuntado con un 24% más de víctimas atendidas por la Comunidad; la red regional de centros asistió a 19.000 mujeres, entre enero y septiembre.

Aún así cabe el consuelo de que, por suerte o por azar, en Murcia no debemos lamentar de momento (e insisto: de momento) el asesinato de ninguna mujer. Sin embargo, a nivel nacional, a fecha de hoy, son 37 las mujeres que han perdido su vida por esta lacra que nos asola, más de 1.100 desde 2003.

Cuando logremos vencer al coronavirus, la violencia machista seguirá ahí, acrecentándose día a día, para escarnio y oprobio nuestro, y las mujeres continuarán viviendo bajo su siniestra amenaza. Desde épocas inmemoriales, ellas sufren, son maltratadas y mueren, simplemente por ser ellas. La pandemia sexista viene de antiguo. Y contra ella, no hay otra vacuna que nuestra propia respuesta. No podemos permanecer impávidos, año tras año, ante estos crímenes execrables. La sociedad no puede mirar para otro lado, hay que reaccionar y actuar, juntos hombres y mujeres. Sólo así la erradicaremos de nuestras vidas. 

Mas, de verdad, sinceramente, ¿la queremos erradicar? Si miramos al pasado, parece que no. Y si miramos al porvenir, tampoco. De esta infausta suerte, según un estudio del Centro Reina Sofía, el 20% de los jóvenes españoles creen que el fenómeno del maltrato es «un invento ideológico». Es decir, dos de cada diez de nuestros adolescentes varones consideran que la violencia de género sencillamente no existe.  Quizá el hombre tampoco haya llegado a la luna.

No obstante, estos chavales no nacieron con tales prejuicios, alguien les ha tenido que inocular el veneno; nadie lleva alojada en sus genes tan malvada estulticia. Con estas semillas, la sociedad que nos aguarda se parece en demasía a la de tiempos pretéritos. Si éste es el futuro que nos espera, ‘el género’ de la violencia se perpetuará indefinidamente. Por desgracia, nada nuevo bajo el sol de la Historia.