EL EMÉRITO Y MBAPPÉ

opinión, Por Decir Algo

24 mayo, 2022

Llegó, vio… ¿y venció? Y yo añadiría: ¿y convenció? Por supuesto, ya lo han adivinado, estoy hablando del “emérito”, que está haciendo correr ríos de tinta y de megabites en medios tradicionales y digitales, y también en redes sociales donde cada cual se explaya a su gusto. Don Juan Carlos de Borbón, otrora Juan Carlos I Rey de España desde 1975 hasta 2014, hoy en día no deja a nadie indiferente haga lo que haga o incluso no haciendo nada.

En el fondo, en este país donde la monarquía ha sido la forma de Estado durante siglos salvo breves paréntesis republicanos, nos encanta discutirla y ponerla a caldo: somos así aunque nadie avizore como próxima su caída. Abrir ese melón no nos llevaría a ningún avance en términos de reconciliación interna y reeditaría, sin embargo, viejos fantasmas del pasado en forma de más enfrentamientos inútiles. Al fin y al cabo, estamos hablando de la forma del Estado y algunos estamos más por la labor de avanzar sobre contenidos, sobre las políticas que necesita España para salir de la crisis de nunca acabar, sobre qué hacer para que llegue, y se note, la ansiada recuperación económica post-Covid y tantas otras cuestiones mucho más vitales y urgentes que las cortes de Sangenjo o de Zarzuela: lo que ahora llaman “entornos”.

El único que este fin de semana ha llegado a competir con el emérito en cuanto a exposición y discusión pública ha sido un tal Killian Mbappé. Si en el caso anterior el que parece más disgustado ha sido el rey Felipe VI, en este otro lo ha sido un tal Florentino Pérez que se las veía muy felices y se ha visto obligado a recular y renunciar al que iba a ser, valga la metáfora regia, su nueva joya de la corona. Así que ha tenido que rehacer su megaplan, que no su megaestadio que sigue creciendo en la Castellana y deja bastante pequeña a la Zarzuela.

Si parece que el emérito se ha dedicado a regatear a su hijo desde las olas de Sangenjo en un aparente intento de ningunearle, no menores han sido los regates futbolísticos y financieros que la joya del fútbol francés le ha hecho a Florentino y, por extensión, a los madridistas, que haberlos haylos y muchos. ¿Habrá preferido quedarse en el Parque de los Príncipes, nombre del estadio de su equipo, en vez de aspirar a ser el Rey en un Real club? Desde luego, no son fáciles las relaciones en las alturas regias de la política y del deporte.