DIOS PROVEERÁ

opinión, Por Decir Algo

09 noviembre, 2021

Como casi todos los años por estas fechas, estamos asistiendo a la lotería de los Presupuestos Generales del Estado. Sí, sí, lotería, porque a algunos les toca el gordo u otros grandes premios mientras que otros tienen que conformarse con la pedrea. Todo depende del grado de consanguinidad con el gobierno, o mejor dicho con la coalición de gobierno, que se tenga; es decir, la mayor o menor necesidad que de los votos de partidos minoritarios varios tenga el poder político imperante.

Tampoco es ninguna novedad, sobre todo en tiempos donde las mayorías absolutas prácticamente se han extinguido. Ya tanto Felipe González como José María Aznar tuvieron que negociar con los nacionalistas catalanes y vascos, entonces no tan echados al monte como ahora, para poder mantener sus respectivos gobiernos en 1993 y 1996 respectivamente. Lo mismo tuvo que hacer José Luis Rodríguez Zapatero años más tarde, en 2004 y 2008. El elemento nuevo que distingue a la situación actual es que son necesarios muchos más socios para sacar los presupuestos adelante. Y dado que Pedro Sánchez sigue apostando por la mayoría que derrotó a Rajoy en la moción de censura de mayo de 2018, eso significa tener que ceder o conceder favores económicos a un número creciente de formaciones políticas, lo cual produce una sensación de mercadeo que… no deja de ser cierta.

 

Saca pecho el gobierno diciendo que son los presupuestos más expansivos de la historia reciente de España. Desde luego, va a entrar dinero procedente de Bruselas con el que, en circunstancias normales, no contaríamos. Aun así, buena parte de los analistas e instituciones, con el Banco de España a la cabeza, los ven como irreales porque se atisba mucho gasto y no tanto ingreso. Todas las concesiones que a unos y otros socios de investidura se están haciendo, ¿con qué recursos se afrontarán?

 

Esta es la gran cuestión que sobrevuela el debate parlamentario y de la opinión pública. En un ambiente donde las perspectivas económicas –antes nos las veíamos tan felices– parecen haberse contagiado de los nubarrones de la inflación y de posibles crisis de abastecimientos, la pregunta sigue ahí terca como ella sola. ¿De dónde se sacarán los recursos para tanta medida social y de recuperación? Como se acerca la Navidad, y por eso de ser providencialistas, hasta los más agnósticos o ateos de nuestra coalición de gobierno parecen responder: Dios proveerá… porque los mercados van a lo suyo.