Día 14-06-2021
Hoy quiero comenzar mirando al porvenir con esperanza, aunque con la debida cautela. Estamos a una semana vista de iniciar el verano de este año de ardua memoria; y todos, en mayor o menor medida, sentimos la necesidad de encontrar una válvula de escape. Y el turismo es ya mucho más que una alternativa. Es el momento de mirar hacia adelante; porque parece que una relativa normalidad, que no me atrevo a calificar de nueva, se adivina en el horizonte. Y también suponemos que estamos entrando en el principio del final de tan cruel virus, que, no obstante, sigue instalado entre nosotros, si bien exhausto y reducido a su mínima expresión, gracias a las vacunas que ya van marcando su ley. Aunque estamos todavía expuestos a sus mutaciones y variantes, algunas impredecibles.
¿Será el verano de la recuperación turística de nuestra Región? ¿Disfrutaremos de un verano como los de antes?, ¿nuestro sector turístico resurgirá con fuerza en esta temporada estival? A estas y otras cuestiones intentaremos dar respuesta en la edición de hoy de Capital Humano. En esta sesión, nos vuelve a acompañar la presidenta de la Asociación de Hoteles y Alojamientos de la Costa Cálida, HOSTETUR, Soledad Díaz
“A MICRÓFONO CERRADO”
EL AUTOGIRO DE LA HISTORIA
Hay historias con hache mayúscula. La del aeropuerto de Corvera tiene intrigas para llenar más de una decena de voluminosos tomos de la enciclopedia Espasa del dislate; el aeropuerto que no iba a costar un euro (y por desgracia así fue) ahora nos va a costar un pleito más: un pleito aberrante, el del nombre. Y si me apuran también el de los 8 apellidos murcianos. Una estrafalaria astracanada que nos ha de granjear una nueva e inmerecida mala imagen a nivel nacional e internacional. A este aeropuerto nuestro, todo le sale al revés. Y las vueltas que aún dará el autogiro del disparate hispánico.
El consejero de Presidencia, Marcos Ortuño, anunciaba la semana pasada que el Ejecutivo regional llevaría a los tribunales al Gobierno de España con un recurso por la vía judicial administrativa ya que, entienden, el Gobierno central basa su rechazo al cambio de nombre del Aeropuerto de Corvera en un “informe ideológico”, redactado por un historiador de cuyo nombre muchos ya no quieren acordarse.
En este sentido, surgen numerosas dudas. Como les decía el otro día, a veces la memoria, con ley o sin ley, se vuelve histérica. ¿Por qué el Gobierno rechaza el nombre de Juan de la Cierva para nuestro aeropuerto internacional?, ¿qué otra personalidad ha podido acaparar más méritos que él en el campo de la aeronáutica para que se le honre y recuerde en un aeródromo? Hasta hoy la figura de Juan de la Cierva, no implicaba rechazo alguno; ¿a qué viene ahora mirarse el ombligo?
En la Región y en España entera, en más de 80 años, nadie había puesto en tela de juicio al inventor Juan de la Cierva. Al contrario, proliferan las calles, becas, premios, colegios e institutos que llevan su nombre por toda la geografía nacional y nadie ha sentido vergüenza, ni el más mínimo pudor. ¿Qué ocurre entonces? ¿Por qué precisamente ahora?
La historia no es una ciencia exacta, nunca lo fue; ni lo podrá ser tampoco en la mal llamada sociedad de la información. En consecuencia, si afinamos la mirada, la práctica totalidad de los personajes históricos mostrarán evidentes e incluso paradójicos claroscuros. Y también los tiene el insigne Juan de la Cierva.
Una cuestión sobrevuela el cielo de Corvera: ¿Participó de la Cierva en la organización del Alzamiento? Para algunos historiadores está comprobado, otros lo discuten y lo rebaten. Pero lo que nadie pone en duda es la singular genialidad del inventor del autogiro, precedente directo del helicóptero, y de un mundo como el nuestro lleno de hélices.
De la Cierva es un ingeniero que prestigia a la Región y a España. De tal modo, en muchos años no ha habido ni un atisbo de polémica sobre su inmensa relevancia internacional. Y no lo hubiera habido ahora, si no se hubiera buscado ex profeso. Muy pocos personajes públicos superarían un examen de este rigor. No lo superaría, ni el propio Adolfo Suárez.
Extremando esta situación al más puro absurdo, se podría exigir que el aeropuerto de Barajas dejara de llevar el nombre de Adolfo Suárez por su relación con el franquismo. A sus destellos democráticos, le precedieron densas sombras en el final de la dictadura, que le llevarían a culminar su carrera en el antiguo régimen como secretario general del Movimiento.
Antes sería Gobernador Civil de Segovia en pleno franquismo (1968), procurador en las Cortes franquistas, director General de Radiodifusión y Televisión de 1969 a 1973 y presidente de la Empresa Nacional de Turismo de 1973 a 1975. Y ya, en los estertores del franquismo, durante el primer Gobierno de la Monarquía, todavía presidido por Carlos Arias Navarro, sería nombrado ministro secretario general del Movimiento, y ése era un cargo que no se le daba a cualquiera, y menos en aquellos momentos de acerba incertidumbre. Después, ya saben lo que ocurrió; la Historia haría sus juegos malabares y le convertiría en el adalid de nuestra democracia. Pero antes fue lo que fue. Ni más ni menos.
En suma, la historia tiene muchas vertientes y sus protagonistas alternan tinieblas entre periodos de luminosidad. No negamos los méritos de Suárez; pero sin duda De la Cierva los tiene en grado sumo, y nadie se los debe hurtar; está a la altura de los más grandes inventores, como nuestro Isaac Peral. Al submarino, reciente y solemnemente botado, al menos le han puesto el nombre de Peral sin mayores sarpullidos; y por fortuna, nadie ha sacado ningún informe en contra. (Al menos hasta este ‘ahora’ tan volátil como incierto). Con la descomunal concatenación de problemas que asolan esta tierra de María, nos buscamos uno que no teníamos…
Sin embargo, al parecer esto no se iba a parar aquí. Se barruntaban más cambios en denominaciones muy llamativas. Así el Ministerio de Ciencia la semana pasada anunciaba oficialmente que los Premios Nacionales de Investigación dejarían de lucir nombres de científicos e investigadores tan indiscutibles como Ramón y Cajal o el propio Juan de la Cierva.
Empero, de humanos sabios es rectificar: finalmente el Ministerio mantendrá los nombres de científicos en los premios de investigación. Mas es una rectificación con sordina; ante la avalancha de las críticas recibidas desde la Comunidad Universitaria y del ámbito de la Ciencia en general, aparentemente dan su brazo a torcer, aunque todavía no se asegura si Juan de la Cierva o Ramón y Cajal conservarán sus nombres en estos galardones.
¿Nos estamos volviendo locos?, ¿o sencillamente imbéciles? Tal vez sea un problema de altura, de mal de altura; quizá el autogiro de De la Cierva haya subido demasiado alto para tantas bajezas humanas, que se arrastran por el barro mientras creen que vuelan.
En FRECUENCIA MURCIA ECONÓMICA, hoy nos acompañan: