En vísperas de Nochebuena, el archenero Carlos Abad Galán fue elegido nuevo decano del Colegio Oficial de Ciencias Políticas y Sociología de la Región de Murcia, en unas elecciones donde obtuvo el respaldo del 100 % de los votos emitidos, sustituyendo a Amparo Albentosa, que ocupó el cargo los últimos seis años.

En la junta directiva acompañarán a Abad la vicedecana Dolores Ferre Abellán; la secretaria María del Carmen López Alba; el tesorero Jesús Sánchez Cutillas; los dos vocales de Políticas, Bartolomé Bautista Miñarro e Ignacio García López; y los dos de Sociología, Marina García Albertos y Carmen Salar Rojo

 

Como saben nuestros oyentes, Carlos Abad es tertuliano de Frecuencia Murcia Económica, así que para nosotros es una gran satisfacción dedicarle CAPITAL HUMANO, nuestra sección de entrevistas en profundidad, a una persona a la que queremos y admiramos como Abad.

En el programa de hoy, para analizar la actualidad de la jornada, acompañarán al flamante nuevo presidente del Colegios de Ciencias Políticas y Sociales


Enrique Ros, ex decano del Colegio de Ingenieros Técnicos Industriales

Diego Yepes, nuestro psicólogo de cabecera, experto en coaching

Francisco Provencio, empresario y presidente del Foro Ilusionando

Un año más, nuestra Región concluye un ejercicio con más de cien millones en inversiones por gastar. Presupuesto tras presupuesto, se reitera la misma maldición. Y lo más triste es que a nadie le extraña ni lo más mínimo.

De esta aciaga suerte, la Consejería de Hacienda cerró otro ejercicio con un grado de ejecución presupuestario más que deficiente, sonrojante: sólo el 49,50%;  aunque, y sin que sirva de consuelo, es superior al de años precedentes. Y todos tan contentos.

 Esta paradoja únicamente demuestra el grado de degradación en que vivimos. Que nos parezca normal esta anormalidad demuestra que los ciudadanos nos hemos acostumbrado a comulgar con ruedas de molino; y si no idiotizados, sí al menos estamos hechizados por los designios de la Administración, que son inescrutablemente obtusos. Como obtusas son las mentes de quienes la dirigen y reiteran esta afrenta de año en año. Ni el Covid, sirve de excusa, sino de todo lo contrario.

 Y pudo haber sido mucho peor todavía, porque hasta el mes de noviembre, el grado de ejecución del capítulo presupuestario de inversiones era de apenas el 36,4%, según la oficialísima fuente que mana desde el Portal de la Transparencia. Hacienda elevó ese porcentaje al 42,6% a mediados de diciembre, y ya  a finales de año se alcanzó, de acuerdo con sus propias proyecciones, el 49,50%. Lo que implica que, de los 204,8 millones de euros presupuestados en 2021 para financiar proyectos de inversión de la Comunidad, el Ejecutivo regional se ha permitido el lujo de no utilizar 101,4 millones de euros.

 En conclusión, hemos perdido en los vericuetos de la negligencia más de cien millones de euros, que, si se hubieran utilizado, habrían sin duda ayudado a reimpulsar la economía regional, tan dañada por los efectos de una pandemia, que ahora parece reforzarse a sí misma con la variante ómicron. Lo más irónico de esta kafkiana situación, se halla en las propias excusas que esgrime la Consejería, que culpa a la burocracia de esta baja ejecución. Sí, como lo oyen, a la burocracia… “Porque se gestiona siguiendo unos procedimientos legalmente establecidos que garantizan su legalidad y su seguridad jurídica pero que en ocasiones generan también retrasos a la hora de su puesta en marcha”. Bla, bla, bla… Se señala, además, que el capítulo de inversiones reales apenas representa un 6% del presupuesto total, que es fundamentalmente social.

Siendo así no sé de qué nos podemos quejar. Nos quedamos todos más tranquilos después de estas explicaciones. Y con esta misma parsimoniosa tranquilidad, habrá que esperar que tenga menos burocracia y mucha más eficacia el presupuesto de inversiones de este bendito 2022, que nace con tantas urgencias como el anterior o tal vez más.

Sin embargo, lo más probable es que vuelva a suceder lo mismo. Como ha ocurrido, por ejemplo, en 2020, cuando la ejecución del capítulo de inversiones se quedó en el 42,87%, o en 2019 cuando se llegó el 46,54%. Como consecuencia de esta incongruencia, proyectos sin ejecutar aparecen en sucesivos presupuestos sin que nunca se realicen. Y a nadie le da vergüenza, ni propia ni ajena.