La gente del campo protesta contra el gobierno porque su política de una economía verde y sostenible (la famosa agenda 2030) no les sostiene, y porque la Unión Europea les semisostiene con una política agraria común que no termina de contentar a tan tutelado sector. La Guardia Civil, por su parte, se queja de los pocos medios que el gobierno les da para luchar contra narcotraficantes cada vez más sofisticados y, claro, llegan los muertos, algún día tenían que llegar, y se arma una buena en otro campo, el de Gibraltar. Que le pregunten si no al ministro Marlaska, que sale de nuevo chamuscado por otro episodio más que se añade a una ya larga lista en su haber.

Pareciera que le crecen los enanos al ejecutivo. En el pecado llevan la penitencia. O dicho de forma más laica, en el sueldo llevan los decibelios que día si día también tienen que oír hoy de allá, mañana de acullá. Los gobiernos no suelen tener una vida apacible porque les caen todas encima y hay que estar para un roto y para un descosido. “Piove, porco governo”, decían los italianos. Aunque aquí, más que usar “piove” (llueve) para maldecir al gobierno, habría que reformularlo por “non piove”, que así están algunos territorios sedientos de lluvia y con la sequía en el cogote a estas alturas del invierno tropical que estamos viviendo.

La sequía: este sí que es un problemón de categoría comparado con la amnistía o con la renovación del Consejo General del Poder Judicial, que a este paso la llevarán a cabo –por cierto– los descendientes de nuestros descendientes, y eso con suerte… El “nunca llueve a gusto de todos” podríamos reformularlo por “nunca llueve, susto para todos”. Ya nos gustaría estar, y no metafóricamente como nuestros políticos, con el agua al cuello, pero algunos embalses ni siquiera nos cubren los tobillos. En una economía, como la española, donde la agricultura sigue siendo un elemento clave, el problema del agua debe atacarse con altura de miras.

Gustara más o gustara menos en su época, el Plan Hidrológico Nacional del gobierno Aznar era un proyecto grande, magnánimo, aunque complejo y controvertido. Se echa en falta hoy en día la magnanimidad, la visión a largo plazo de los problemas cotidianos. Por hablar de lo de Marlaska, ¿se tenía, se tiene o se tendrá un plan, dotado de medios, para dar la batalla al narcotráfico en el Estrecho? Porque los parches de andar por casa ya se ve que no sirven.

Agricultores, guardia civil… ¿Quiénes será los siguientes? Se admiten apuestas para adivinar quién será el próximo enano que crezca en el circo de Sánchez. Pero no hay que preocuparse en exceso, pues tenemos un presidente del gobierno que, como le dijo la presentadora en la noche de los Goya, es todo un icono. Y con su reconocida altura, difícil será que enano alguno le haga sombra en la alfombra roja de Moncloa.

Carlos Barrera