Queridas Majestades nuestras, Majestades de Oriente y de Occidente; de la Moncloa y de San Esteban, dignísimas altezas de Princesa 13 y de Génova 13 o de Ferraz 30:

No me extenderé mucho en razonamientos ni me perderé en explicaciones. Mi carta se puede resumir en una sola palabra, un verbo: consensuar, que como certeramente define la Real Academia consiste en adoptar una decisión de común acuerdo entre dos o más partes. ¿Una decisión de común acuerdo en este país…?  Todavía nos parece inaudito…  cuasi utópico.

Reconozco que el verbo consensuar es harto complicado de conjugar en esta España de nuestra desesperanza:  Yo consensuo, tú consensuas… y el más difícil todavía: nosotros consensuamos.

Este ‘nosotros consensuamos’ constituye un triple salto mortal, al que muy pocos se atreven.

Por tanto, yo les propongo a nuestros rutilantes magos otros sinónimos más sencillos de declinar, aunque igualmente difíciles de pronunciar sin convencimiento: dialogar acordar, pactar, conciliar, concertar. A lo largo del próximo 2024, si al menos se intenta, tal vez seamos capaces de dialogar, coincidir y acordar, también de pactar y conciliar y hasta de concertar.

Tampoco pido milagros, humildemente me conformaría con que nuestros monarcas de lo imposible bajen del cielo a la tierra y hablen, que hablando se entiende la gente, la gente normal. Los especiales como ustedes, queridos monarcas de lo nuestro, tendrán forzosamente que encontrar la fórmula de hacerlo, les va en ello su futuro. No se toleraría lo contrario, ni siquiera sus propios votantes lo soportarían por más tiempo.

Asimismo, en la mejor tierra murciana del mundo, nos harían faltan buenas dosis de entendimiento. O si no, que se lo pregunten al Mar Menor, que no sale de su desazón por mucho que se le jure amor y fidelidad constantemente, cuando en realidad se le está utilizando a modo de arma arrojadiza, muy afilada, en forma de competencias o incompetencias.