Guilarte. Vicente Guilarte. ¿Le dice algo este nombre? ¿Un cantante? ¿Un diseñador de moda? ¿Un cocinero de alta gama? ¿Un influencer tal vez? ¿Otro futbolista de 17 años que se saca de la manga Xavi Hernández para el Barça? ¿Quién es? Pueden buscarle con Google o, más fácil aún ahora, preguntarle a la Inteligencia Artificial. Se llevarán el chasco de que es un mero presidente en funciones de una institución de tan largo nombre que da pereza hasta deletrearlo: Consejo General del Poder Judicial. El CGPJ para los amigos.

En funciones porque, como quizás sepan –o no, porque es un tema que aburre hasta a las ovejas– dicho órgano de gobierno de los jueces (que eso es en pocas palabras) lleva ya la friolera de cinco años sin ser renovado, como ordena la Constitución. Y ahora mismo, por ejemplo, tiene 122 nombramientos –que no son pocos– pendientes. Toda una injusticia en el hipotético reino de la justicia.

PP y PSOE se echan los trastos a la cara y se culpan el uno al otro de la paralización del CGPJ, y no se apean del burro. Ni siquiera la mediación internacional (¡sí, también aquí hemos tenido que pedir uno, a imitación de Puigdemont!), ni siquiera ella, ejercida por el comisario de Justicia de la Comisión Europea, ha conseguido desatascar el problema. Iba a decir problemón, pero hay que ser mesurados, pues cosas más graves preocupan no sin razón, al sufrido ciudadano. Si bien no hay que olvidar que, si no le llega en tiempo la administración de la justicia, también tendrá un serio problema… o problemón.

Guilarte. Vicente Guilarte. Por amor al arte, y a su profesión, y a punto ya de abandonar el buque por hartazgo de la situación a sus 70 años, ha escrito 17 folios dirigidos a las Cortes con las bases para una propuesta de desbloqueo del Consejo. Busca “fórmulas intermedias”, el tiempo dirá si con más voluntad que acierto, a las que puedan avenirse los dos grandes partidos. Busca el “ni fu ni fa”, que a estas alturas aún calientes de la legislatura, difícilmente va a convencerles, me parece a mí, por más que admiren su valentía.

Lo malo del asunto es que, como se preguntaba en un comentario a la noticia un lector de prensa digital: ¿”Pero la propuesta concreta [de Guilarte] cuál es?” O sea, que en el intento de conciliar a los aparentemente inconciliables, el bueno de Guilarte diseña una propuesta tan compleja que no la entiende el pueblo llano. O a lo mejor ha sido el periodista de marras el que no ha sabido explicarla, que todo puede ser.

En cualquier caso, todo indica que llegará agosto, que Guilarte se jubilará para dejar de aguantar a los políticos, y Julio Iglesias interpretará de nuevo su célebre: “La vida sigue igual”.