A Pedro Sánchez, que es tan de estado de alarma, no le gusta nada, sin embargo, lo del toque de queda. Lo dijo en su comparecencia de este domingo, pidiendo a los periodistas que utilizáramos la expresión “restricción de la movilidad nocturna”. Normal. A él, que es tanto de memoria histórica, seguro que se le viene a la cabeza y le espeluzna la última situación de este tipo que se implantó en España. Fue el 23 de febrero de 1981, con motivo de la intentona golpista contra nuestra democracia, en el Bando en el que Milans del Bosch, a la sazón teniente general del Ejército de Tierra y capitán general de la III Región Militar con sede en Valencia, no solo sacaba los tanques a la calle sino que, en el artículo sexto, establecía (y cito) “ un Toque de Queda desde las veintiuna a las siete horas, pudiendo circular únicamente dos personas como máximo durante el citado plazo de tiempo por la vía pública y pernoctando todos los grupos familiares en sus respectivos domicilios”.

Pero lo diga Sánchez o su porquero, un toque de queda es, ni más ni menos, lo que implanta el Real Decreto aprobado por el Consejo de Ministros extraordinario hasta el próximo 9 de noviembre, a salvo de que convenza a una mayoría suficiente del Congreso para que dure hasta el próximo 9 de mayo.

Y les diré que no me parece mal que así sea. Está claro que a menos movilidad, menos contactos y menos contagios. Así están las cosas. Y a los españoles, como a Dinio, la noche nos confunde. A los jóvenes y a los menos jóvenes, oiga.

Pero siguen Sánchez y su Gobierno escondiéndose detrás de las Comunidades Autónomas, en lugar de aplicar la Ley General de Salud Pública y adoptar medidas comunes a toda España, lo que provoca en los ciudadanos desazón, incertidumbre y cabreo; porque unos pueden salir hasta las doce, mientras otros se han de ir a casita a las diez; porque en Madrid tienes los bares abiertos, y en Navarra no puedes tomarte ni el café de la mañana, porque están cerrados en una medida abusiva e injustificada.

Para saber qué puede uno hacer dónde, va a tener que empollarse los Boletines Oficiales de diecisiete Comunidades Autónomas, más los de Ceuta y Melilla, además de el del Estado. Y aún así, seguro que no nos aclaramos.

Y luego el numerito de mañana en el Congreso: a ver quién apoya que nos carguemos las Navidades, la Nochevieja, los Reyes Magos, los carnavales, las Fallas, la Semana Santa y la Feria de Abril y nos vayamos con éstas hasta el 9 de mayo sin necesidad de pasar por el trámite de la prórroga.

A lo mejor sería deseable que los españoles pudiéramos ver, si como tanto cacarea, la solución a esta pandemia se alcanza entre todos, la imagen de los principales líderes de los partidos del arco parlamentario, los que aportarían una mayoría cualificada, juntos. Ello si es que se ilustra de forma convincente esa necesidad y se establecen los mecanismos de control suficiente a un gobierno dado a aprovechar estas situaciones para colarnos sus componendas como si hubiere patente de corso. Pero no lo veremos.