SE QUEDAN ATRÁS SIN REMEDIO

15 diciembre, 2021
En estas fechas en las que tantas felicidades nos deseamos, y tan felices nos las queremos prometer, tenemos que detener la mirada en los que más sufren, que son muchos, demasiados… La crueldad del olvido no se palía con un donativo en Navidad para calmar conciencias intranquilas, ni con estentóreos anuncios políticos proclamando que nadie se va a quedar atrás, cuando cada vez son más los que atrás se quedan. Esta pandemia ha evidenciado la fragilidad de nuestro bienquisto estado del bienestar. Que ya no es tal. O al menos, ya no es el que era, ni el que podría haber sido.
Por si les parece exagerada esta afirmación, les sintetizo seguidamente los datos del demoledor informe Foessa. Hace unas semanas se publicaba el último estudio de la Fundación Foessa de Cáritas que recoge que hay dos millones y medio de personas más que en 2018 en situación de exclusión social en España, y que ya superamos la terrible frontera de los once millones de españoles en riesgo evidente de pobreza. Once millones, once, una cifra que clama en el desierto de la injusticia…
Mas ese grito silencioso de desesperación de tantas personas, sin embargo, pasa desapercibido para algunos conciudadanos, especialmente para insignes dirigentes que dan la sensación de que viven en otro país. Y en otra Región; porque también en este paraíso terrenal murciano, Cáritas se ha visto en la necesidad de atender a casi cien mil paisanos nuestros, a lo largo y ancho del último año.
Pero, la más alarmante alerta del informe FOESSA se concreta en este escalofriante dato: por vez primera desde 2007 las personas en exclusión severa superan los 6 millones, son los grandes damnificados por las pandemias. Sí, las pandemias: la del covid y la de otros virus tan dañinos y persistentes como la negligencia y la ineptitud. De esta infausta suerte, hemos sufrido un incremento de unos dos millones de personas respecto a 2018. Dos millones más de pobres severos en esta España de nuestra Esperanza…Para un total de más de seis millones de pobres de solemnidad…
Menos mal que nadie se estaba quedando atrás. Son hijos de la ira, no importan (dígase lo que se diga); las frías cifras lo demuestran. Y pasamos largas horas oyendo gemir el viento, o ladrar los perros, o fluir blandamente la luz de la luna. Y se siguen quedando atrás; cada día más lejos, más solos cada día.