PARTIDO A PARTIDO
25 mayo, 2021
Pues sí. Al final quien se llevó el gato al agua con su célebre partido a partido fue el Atlético de Madrid, equipo sufridor donde los haya… y que hace sufrir. Lógicamente, los títulos se valoran más así. Partido a partido ha ido sumando los puntos necesarios para proclamarse campeón de esta extraña Liga: la de la pandemia y los estadios vacíos, pero Liga al fin y al cabo. Independientemente de cuál sea el equipo preferido de cada uno, al campeón solo cabe felicitarle deportivamente.
Junto con la felicitación cabe además hacer una reflexión sobre el liderazgo del Cholo Simeone, que se puede extrapolar a tantos ámbitos de la vida. Lleva, y se dice pronto, casi diez años ocupando el banquillo, que en el fútbol suele convertirse –nunca mejor dicho– en el banquillo de los acusados pues el entrenador suele ser la primera pieza en caer cuando las cosas no van bien o se tuercen o le entra el canguelo al presidente de turno.
¿Qué cualidades destacan en el Cholo? Quienes le ven sobre el terreno de juego cada domingo (y lo de sobre el terreno del juego es casi literal aunque esté prohibido para un entrenador) enseguida dirán que la pasión. Tiene los seis sentidos –sí, seis– en lo que hace y vive para ello. Si le meten un gol a su equipo siente alma de portero, si lo mete el Atleti él es el delantero que remata, si recuperan un balón en campo contrario él es quien empuja al equipo en la presión.
La defensa cerrada e incondicional de los suyos es otra de sus señas de identidad. Con ellos, con todos ellos sean titulares o suplentes habituales, gana, empata o pierde. Les transmite, con su lenguaje corporal y con su verbo cuando es necesario, una empatía contagiosa. Les hace ser otros Simeones (y uno se acuerda del Simeone jugador, copia genuina del entrenador que es ahora). Incluso alguno, como el capitán Koke, es su prolongación en el terreno de juego: a tal extremo llega su conexión emocional y táctica.
Y finalmente: vive intensamente el presente, el famoso “partido a partido”, que es lo único sobre lo que se puede operar, pero al mismo tiempo es un visionario inconformista que siempre desea más para el futuro de su equipo. No se apoltrona, no va por la vida excusándose y siempre mira hacia adelante.
Líderes apasionados, empáticos y visionarios necesita nuestra sociedad en muchas esferas de lo privado y de lo público. Hay espejos, no espejismos, donde mirarse. El del Cholo es indudablemente uno de ellos, y no se fabrica artificialmente: lo lleva dentro y va haciéndose.