A Sánchez, el felón, y su gobierno empieza a olerle el culo a pólvora. Ya hay jueces que han admitido querellas contra él y sus esbirros por la nefasta gestión de la pandemia; ya empiezan a apagarse los aplausos en los balcones y transformarse en caceroladas; se les han descubierto más falsedades -como la de ser el octavo país con más pruebas realizadas-, negligencias -como la de las mascarillas defectuosas que han permitido que se infecten miles de sanitarios-, y maneras autoritarias – como las multas desorbitadas por saltarse un estado de alarma mal construido-.
Así que necesitaba intentar endosarnos un caramelito que masticar mientras siguen sin saber qué, ni cómo, salir de ésta. Y no me refiero a la pandemia y la subsiguiente crisis económica, sino a la responsabilidad incluso penal de sus decisiones y dejaciones.


Y va el tío y nos casca, con ese tono de salmodia de cura en un retiro, lo del “Plan de Desescalamiento”,  a ver si con la perspectiva de la salida del arresto nos dedicamos a pensar en qué vamos a hacer cuando nos suelten -y hasta se dedican programas a preguntar por sus intenciones a la audiencia-, en lugar de fijarnos que siguen muriendo muchos ciudadanos y contagiándose más, sin que sepan ni contarlos y, menos aún, considerarlos algo más que números, porque la estadística es una conveniente cortina de humo para que no se vean los dramas personales.


Y aplican al fenómeno un nuevo término de neolengua, el diccionario inventado por la dictadura del Gran Hermano de Orwell -Jorge Javier, en España-, prometiendo la llegada a la “nueva normalidad”.
Que ni siquiera es una expresión original, porque estos no son inteligentes ni para eso. La “nueva normalidad” ya la propugno el actual presidente de China, Xi Jingpin, en 2015, al tiempo que defendía el marxismo – y el culto a su personalidad, de paso- para no perder “el alma y dirección», y como «irreemplazable» para «comprender y transformar el mundo». Se conoce que a Sánchez y Pablo Iglebbels todo lo que viene de China les viene bien para sus propósitos ideológicos, incluida una pandemia y ya 25.000 muertos.


Porque, ¿qué “nueva normalidad” es ésa que quieren vendernos? Pues nada más alejado de lo que usted y yo entendemos por normalidad, la que dejamos a la puerta de casa cuando, tarde y mal, estos ignorantes decidieron secuestrar a toda una sociedad para responsabilizarla de su negligencia. La “nueva normalidad” va a consistir en que, usted y yo, sólo podremos hacer lo que ellos digan, cuando ellos digan y como ellos diganY como en el camino van a cercenarse derechos y libertades básico de los ciudadanos -ya lo han hecho con la excusa de ese estado de alarma que mantienen incluso a lo largo de sus ilegibles, incomprensibles, injustas y desatinadas “fases de desescalamiento”- sepan que no habrá lugar a la disidencia, la crítica o la protesta (ya se ocupará de esto el Oberstgruppenführer Marlasca). ¿Cómo que por qué? Pues porque la normalidad la van a dictar, a legislar, a reglamentar y administrar ellos, a su conveniencia política e ideológica.

No nos va a quedar más remedio que la ovina sumisión, o la rebeldía. Yo ya he elegido. Por cierto, un saludo al Ministro del Interior, que me estará “monitorizando”.