Hasta los más jóvenes del lugar recordarán, espero, aquello de (pronúnciese así de rápido): “la parte contratante de la primera parte será considerada como la parte contratante de la primera parte, y la parte contratante de la primera parte será considerado en este contrato”. Y a continuación el ínclito Groucho Marx decía a su interlocutor en la película: “Oiga, por qué vamos a pelarnos por una tontería como esta”.
Será, sí, y en eso coincidimos todos, una tontería, pero ¿quién no se ha vuelto, valga la precisa expresión, tarumba mientras leía un texto legal, administrativo, médico o incluso educativo, o pretendidamente educativo? La burocracia, el exceso de tecnicismos y anglicismos, las cada vez más abundantes expresiones políticamente correctas pero gramatical y estéticamente infumables, inundan nuestra vida diaria y nos vuelven eso, tarumbas. O sea, que nos produce lo que los expertos llaman un “bloqueo cognitivo”, aunque decirlo con estos términos sería rizar el rizo de aquello que precisamente pretendo criticar o abolir.
Su Majestad el Rey presidió el martes, en la Real Academia Española, la clausura de una convención que alumbró el borrador de una Guía Panhispánica de Lenguaje Claro y Accesible. Porque todo el mundo, hasta el más lerdo si se me permite la expresión, tiene derecho a entender lo que le dicen… en una multa, en un prospecto de un medicamento, en un diagnóstico médico, en la factura de la luz, en la descripción de una asignatura en la escuela o en la universidad, y en tantos otros escenarios donde se nos queda cara de tontos intentando traducir palabrería ininteligible o hueca. ¡La famosa letra pequeña, que casi nadie lee por temor a entrar en un episodio de bostezos en cascada o en un ataque de pánico pues uno puede llegar hasta creerse un alienígena, extranjero en su propio planeta tierra!
Fue en su día, hace ya cinco décadas, magistral la canción del inefable grupo argentino Les Luthiers, titulada “Cantata Laxatón”, basada en un prospecto real de un laxante. Entre otras cosas recogía lo siguiente: “Contiene un estimulante peristáltico sintético del tipo de la hemodina, que actúa a nivel de los plexos nerviosos intraparietales del intestino grueso”. Pues eso, ¿para qué seguir?
Existe, por si alguien no lo sabe, una organización internacional llamada “Plain Language Association International”, para simpatizantes y profesionales de lenguaje sencillo en todo el mundo, que promueve iniciativas múltiples en esa dirección. La guía panhispánica es una muestra más de esa actividad. Decir las cosas claras (aquello de al pan pan y al vino vino) no les vendría mal tampoco a nuestros políticos, grandes inventores de expresiones eufemísticas y circunloquios que intentan ocultar la realidad de las cosas que encierran. Demasiado envoltorio para el sufrido ciudadano. Ya tuvimos bastante con Babel como para empeñarnos ahora a construir una torre aún mayor. Dicho lo cual, termino, y espero al menos que se me haya entendido.