LIARLA GORDA
18 mayo, 2023
Por más que la legislatura está abocada a su fin, hay quien sigue inasequible al desaliento y sigue declarando lo que vulgarmente se conoce como sandeces, y en este caso ya es una consumada artista su autora. Me refiero a la secretaria de estado de Igualdad y contra la Violencia de Género, Ángela Rodríguez Martínez, más conocida como “Pam”. La ha vuelto a liar gorda, y nunca mejor dicho esta vez, porque piensa ella que recibe muchas críticas por ser, literal, “gorda y fea” y que, al principio, “dedicaba mucho tiempo a pensar cuántas personas gordas había en el Congreso”. No, si acabarán pidiendo que en las listas electorales haya una parte alícuota de gordos y gordas, o rellenitos y rellenitas (por decirlo de forma más delicada), para darles validez.
Dice nuestra Pam que “cuando te están insultando constantemente llega un punto que también dices: ‘¿de verdad mi cuerpo es tan problemático como para no merecer estar en el espacio público como están otros cuerpos?’” Fin de la cita. Primero de todo, creía yo que en las instituciones, en el Congreso de los Diputados, había personas humanas y no solo cuerpos, como parece insinuar la secretaria de estado en una visión tan superficial y prosaica. Segundo, podríamos editar una guía sobre “gordos y gordas egregios en política”, y seguro que nos saldrían unos cuantos que no sentían complejos por su condición. Me viene a la memoria, por ejemplo, la que fuera alcaldesa de Valencia Rita Barberá o, tirando más alto aún un tal Winston Churchill en el Reino Unido. Sigan, sigan tirando del hilo y nos dará para una enciclopedia…
La verdad es que uno no sabe ya si reír o llorar, porque lo dice convencida y no por pose. Sinceramente, esos –es metáfora por supuesto– mohínes de novicia más que enternecer dan pena porque muestra a qué bajos niveles de raciocinio y de mentalidad abierta y sin prejuicios llegan algunos. Hasta se me está cayendo el latiguillo aquel del “gordo feliz” que casi siempre habíamos manejado como prototipo. Pero no, ahora resulta que cualquiera entrado o entrada en carnes debe autoconsiderarse como pecador o pecadora pública poco más o menos. Y, como decía Ortega que tantas cosas decía, “no es esto, no es esto”.
Debe estar muy concienciada Pam en este asunto, como en tantos otros donde nos ha dejado “perlitas” controvertidas y de muy mala digestión, puesto que es secretaria de estado de Igualdad y, por lo que se ve, no la hay entre gordos y flacos. Habría que poner freno a estas paranoias igualitarias que fluyen desde nuestro ejecutivo. Hay que perseguir la igualdad de oportunidades para todos y crear las condiciones para que sea efectiva en todos los terrenos profesionales, económicos, sociales y políticos, pero ganar o perder kilos… es una cuestión personal e intransferible, no politicemos hasta la obesidad, aunque ya nada extraña cuando se ha politizado hasta la sexualidad. Por favor, sean más simples y dejen paso a la libertad.