LAS REBAJAS DE DICIEMBRE

Por Decir Algo

13 diciembre, 2022

Los políticos necesitan el poder como la respiración. Es ley de vida. Si ya lo tienen intentan conservarlo: no sé si es mucho decir a toda costa, pero empeño ponen desde luego. Si no lo tienen, aspiran a arrebatárselo a sus rivales: tampoco me atrevo a decir que por todos los medios, pero en el asador ponen su carne. ¿A dónde quiero ir? Muy sencillo: a reflejar el dramatismo que adquieren los confrontamientos entre gobierno y oposición, a cualquiera de sus niveles. Más de una vez se ha dicho, y es cierto, que en la oposición hace frío; y también que cuando uno abandona el poder, lo que más se nota es que deja de sonar el teléfono.

Estamos finiquitando el año 2022 de la era cristiana, y la agenda legislativa del gobierno Sánchez parece estar en plena ebullición, como si le fuera la vida en ella, como si quisiera dejar de pelear con rivales  –y, ¡ojo!, también con coaligados– para empezar a pensar ya solamente en las elecciones de todo tipo que jalonarán 2023. Controversias las hay en este mes de diciembre para todos los gustos porque Sánchez anda de rebajas: las ha adelantado porque habitualmente son en enero, pero es que el chaval tiene prisa por acabar con los temas difíciles y empezar a hacer campaña en positivo.

Esto lo saben sus socios preferentes, tanto quienes están dentro del gobierno (Unidas Podemos) como quienes le apoyan desde fuera (y aquí la retahíla se hace innumerable pero todo el mundo ya sabe quiénes son). ¿Hay que derogar la sedición? ¡Deróguese! ¿Hay que aliviar o rebajar la malversación? ¡Refórmese! ¿Hay que comulgar con ruedas de molino pese a la que está cayendo con la aplicación de la ley del sí es sí? ¡Comúlguese! Y así indefinidamente hasta el 31 de diciembre, que aquí está Pedro con las rebajas.

Y si a algún preboste socialista de los de antaño le rechinan algunas de estas medidas, se le envía a las tinieblas exteriores. Pregúntenle si no a Joaquín Leguina a ver cómo se las gasta este socialismo, o este sanchismo, que está dispuesto a colonizar las instituciones que haga falta. No en vano es Sánchez el rey del decreto-ley: ningún presidente del gobierno en la España constitucional los había utilizado tanto, y ahí están las estadísticas para corroborarlo.

Resulta algo triste el mercadeo de votos en el Congreso pues ya no se discute si sedición si o sedición no, o si malversación sí o malversación no, sino si la horquilla de penas la bajamos –qué sé yo– de 8 a 4 años, y así regateando llegamos, por ejemplo, a 6 en plan salomónico. Vamos, que el problema se resuelve sacando una calculadora más que atendiendo a eso que antaño, ¿se acuerdan?, se llamaba interés general y que no entiende de números.