GOBIERNO DE COHABITACIÓN

Por Decir Algo

24 noviembre, 2022

Cuando uno examina la composición del gobierno de la nación presidido por Pedro Sánchez, ve que en los tres últimos años ha habido cambios… y que los habrá porque ya algunas ministras han sido designadas candidatas para ciertas alcaldías. Los únicos, las únicas que siguen ahí atornillados y no hay quien los mueva son los de la parte contratante de la primera parte, es decir, los de Unidas Podemos. El pacto de gobierno por el que esta formación accedió a la Moncloa así lo establecía y, aunque Sánchez tiene la potestad constitucional de poder removerlos de sus poltronas, por la cuenta electoral que le trae no parece que esté dispuesto a hacerlo, al menos de forma inmediata.

Ni siquiera la asaeteada Irene Montero por el fiasco de su “ley del del sí es sí” dejará su ministerio de “Igual da”. Tan solo su pareja Pablo Iglesias se fue del gobierno… porque le dio la gana, porque quería detener el fascismo –eso dijo– de Ayuso en la Comunidad de Madrid, y así le va de tertulia en tertulia, y ni siquiera en las plazas de profesor de universidad a las que se ha presentado le quieren. Ahora se arrepiente de haber dejado como sucesora a Yolanda Díaz, que sigue en su proceso de escucha (va a acabar sorda a este paso) para seguir en su labor de Sumar… personas, pero no bases ni estructuras de implantación territorial, que es su flanco débil.

Pero volvamos al gobierno. Formalmente es de coalición: dos partidos, o para ser más exactos un partido y una coalición, se unen para repartirse los departamentos del gabinete, con las joyas de la corona en manos, por supuesto, del más fuerte, es decir, del PSOE. Ha llovido ya mucho –o poco, por el cambio climático– desde entonces y han abundado las fricciones, los puntos de vista diversos sobre variados temas. Más que de coalición habría que llamarlo gobierno de cohabitación: comparten el ejecutivo pero manteniendo las distancias. Es más, cabría decir que los ministros y ministras –para seguir el lenguaje que les gusta– de Unidas Podemos hacen la guerra por su cuenta, aunque les incomode al resto de compañeros en el poder porque saben que Sánchez está atado de pies y manos. Hacen oposición dentro del gobierno, son como un lobby interno que presiona para que salgan buena parte de sus iniciativas.

Hay también quien dice, y no le falta razón, que se trata más bien de un gobierno de cuotas: la cuota de Podemos, la de Izquierda Unida, las territoriales, las de los independientes queridos por Sánchez, etcétera. Es una pieza de orfebrería fina que cuesta Dios y ayuda mantener sin sobresaltos internos. Lo malo es que ya nos tienen tan acostumbrados desde el minuto uno que hemos perdido nuestra capacidad de asombro y lo vemos tan natural… como el agua que llega corriendo alegre desde el manantial, que decía aquella canción de los setenta titulada “Soledad”. Solos no están, desde luego: más bien mal acompañados.