ESPAÑA 2050
En la era del tuit en que nos hallamos resulta muy fácil descalificar una iniciativa más que loable como la del plan “España 2050”, cuidadosamente preparado por el gobierno de la nación desde hace un año. “Prometen soluciones para dentro de 30 años quienes son incapaces de gobernar la España de hoy”, dice uno de esos tuits críticos. Otro comentarista ha escrito en su columna de prensa: “Presuntuoso afán de quien no ha sido capaz de prever nada durante la pandemia”. Y así podríamos seguir indefinidamente.

Entremos, pues, a discutir no la conveniencia o inutilidad de un plan así sino la metodología y los contenidos de dicho plan. En otras palabras: quiénes han participado y por qué esas personas y no otras, si se ha producido sin interferencias políticas del gobierno, si se han tocado los temas realmente relevantes, si se trata de objetivos realistas o más bien de un catálogo de buenas intenciones, si 2050 es un plazo demasiado largo para prever las cosas y alterar rumbos, etcétera.
Criticar el plan España 2050 que el jueves presentará Pedro Sánchez no debe parecer como una especie de obligación moral para quienes están convencidos de que el presidente está gobernando España mal o muy mal. Sepamos separar las cosas y apreciar lo que de bueno tiene pensar en el futuro sin los apremios del qué será de mí mañana. Si Sánchez cae no va ser desde luego por el España 2050. En todo caso, nadie se le imagina presidiendo aún el gobierno dentro de treinta años. El tiempo juzgará si es un puro evento marketiniano de la factoría Iván Redondo o se convierte en instrumento útil de gobierno.