EL MUNDIAL

Por Decir Algo

22 noviembre, 2022

Quizás más de un político –da igual de qué signo sea– esté suspirando de alivio porque, señoras y señores, ha empezado el Mundial. El de fútbol, por supuesto, ¿cuál va a ser si no? Distraerá la atención de la gente, del pueblo llano por no decir populacho, y le quitará tiempo para pensar en delitos de sedición o malversación, en la carestía de la vida, en la “ley del sí es sí”, en la sanidad madrileña, en el mercadeo de votos para sacar adelante los presupuestos, etcétera, etcétera, etcétera.

Por fin podrán desconectar para poner en valor ese pequeño seleccionador nacional que todos llevamos dentro y sentar cátedra acerca de si hay que jugar así o asá, con nueve fijo o falso, con los veteranos o con los abundantes jóvenes convocados, que si menos tikitaka y más pisar el área rival, y así indefinidamente. Además, al bueno de Luis Enrique le ha dado por estrenarse como streamer, y desde luego ya ha conseguido atraer la atención de propios y extraños con sus comentarios diarios acerca de todo lo que sucede en torno a su selección que es, le guste más o le guste menos a cualquiera, la nuestra.

El opio del pueblo, aunque sea en tan lejano y controvertido país como Qatar, ha venido para quedarse un mes con nosotros. Inevitablemente le va a quitar tiempo en los medios a la política. Quizás hasta sea esto algo sano y saludable de tan polarizada y envenenada que se encuentra. Lo que los políticos no suelen conseguir, los futbolistas que representan a España, aun sin haber sido elegidos democráticamente, pueden alcanzarlo: arrancar un estruendoso grito unánime de “Goooooool”, que retumbe por ciudades y aldeas.

No es moco de pavo para los tiempos que corren. Abrácense el rojo y el facha, el empresario y el sindicalista, el ateo y el cura, el activista del cambio climático y el terraplanista. Ese instrumento esférico llamado balón hace milagros, y si no que se lo pregunten a San Iker Casillas parando un balón imposible a Robben o a San Andrés Iniesta de Todos los Santos cruzando el balón al portero neerlandés en la prórroga en aquel no tan lejano 2010, en medio de una crisis económica estratosférica.

Por supuesto, los partidos (los políticos, no los de fútbol) seguirán afilando sus estrategias para retener o alcanzar el poder en el electoral año 2023, pero durante un mes más les vale concentrar sus esfuerzos en empatizar con el personal que tan solo les pide una tregua para concentrarse en lo más importante: traerse el segundo mundial para España, aunque sea con la “generación bebé” de Luis Enrique. Lo demás, por el momento, puede esperar.