AUTONOMÍAS, TUYAS Y DE TODOS

Por Decir Algo

14 octubre, 2021

Una de las grandes novedades, si no la mayor, de la Transición fue el alumbramiento del llamado Estado de las autonomías, que en la práctica ha derivado en una descentralización y autogobierno similares a los de un Estado federal, aunque no se llame así. Después de los lógicos sobresaltos que tuvo su parto, porque se trataba de algo nuevo e inédito como fórmula política de vertebración territorial, ya llevamos muchos años acostumbrados a ellas. Vamos, que son como de la familia. Y como en toda familia también hay rencillas, desavenencias, que si el cuñado, que si la suegra, que si el coche, y así sucesivamente.

Toda comunidad autónoma, y tenemos diecisiete (bueno, Navarra es comunidad foral propiamente hablando, pero dejémonos de tecnicismos); toda comunidad autónoma, decía, necesita como agua de mayo financiación para poder desarrollar las crecientes competencias que con el tiempo han ido adquiriendo. Y aquí no hay ideología que valgan, como acaba de mostrar el presidente gallego Núñez Feijoo al convocar una reunión de los presidentes de ocho comunidades para tratar el eterno tema de la financiación autonómica. Cunde la sospecha, más que plausible a tenor de las alianzas políticas que sostienen el gobierno de Pedro Sánchez, de que Cataluña reciba un trato de favor, y algunos están por dar la batalla.

Si uno mira hacia atrás en el tiempo, es cierto que Cataluña ha conseguido, gracias a sus negociaciones bilaterales con los gobiernos de turno, tanto socialistas como populares, ventajas de las que luego también se aprovecharon las demás comunidades. Pero es sabido que a los presidentes catalanes no les ha gustado mucho eso del “café para todos” y prefieren el “café solo”. Si a ello se añade que, en los últimos años, los gobiernos catalanes han actuado, según dice el presidente gallego, “como un jugador que no acata, además, el reglamento”, la controversia está servida.

La Constitución solo abrió el melón de la configuración autonómica pero no cerró el sistema, que sigue preso de las conveniencias políticas de unos y de otros. Y nadie parece querer cerrar ese melón porque sería tachado de retrógrado e insolidario con las demás comunidades e incluso con la idea de la España plural misma. No hablo ya de la “multinivel”, último invento metafórico salido de Moncloa para intentar disfrazar el distinto rasero con que trata a unas u otras comunidades. Es un bucle infinito que habremos de conllevar hasta el día del juicio final, el de estas autonomías, tuyas y de todos, mal que nos pese.