LA BATALLA POR LA VIDA

opinión, Por Decir Algo

19 mayo, 2022 

Está levantando gran revuelo social y político en los Estados Unidos la publicación de un borrador de sentencia del Tribunal Supremo en torno al aborto, que –en resumidas cuentas– pasaría a ser competencia de cada estado y no una doctrina federal de obligado cumplimiento. Siendo como fue una batalla que los partidarios de la legalización del aborto ganaron allá por 1973, es lógico que ahora se sientan vencidos al ver cómo la situación se puede revertir en contra de lo que consideraban que eran derechos prácticamente adquiridos y ejercidos durante décadas. 

Lo que parece que está a punto de ocurrir, dada la mayoría republicana en un buen número de estados, puede significar serias restricciones para la práctica del aborto. Todo esto es un reflejo también de la infatigable lucha de los movimientos provida a pesar del ambiente muchas veces hostil que han encontrado en los medios de comunicación y buena parte del establishment en que han tenido que moverse. La sociedad norteamericana es una sociedad viva, movilizada, que cree y lucha por sus causas, con una capacidad de emprendimiento envidiable. En esto creo que nos ganan por goleada a la vieja y algo mortecina Europa.

Los sectores autodenominados progresistas se echan la mano a la cabeza, pero también se la echaron los provida en los años setenta del pasado siglo. Cada cual juega sus cartas y, mientras no haya violencia de por medio, se trata de luchas –las “batallas culturales” que han dado en llamarse– en las que, como en el deporte, a veces se gana, otras se pierde, y en ocasiones también se empata. En todo caso, tanta libertad tienen los ciudadanos para defender el derecho a la vida desde el momento de la concepción como para defender el supuesto derecho a la interrupción del embarazo. ¿Por qué hay que medirles con distinto rasero?

Sería conveniente asimismo abordar la cuestión de qué resulta más retrógrado: si defender al más débil e inocente, es decir, la vida que se gesta en el seno de la mujer; o situar por delante el derecho de la mujer a hacer con su cuerpo lo que le dicte su conciencia… aunque eso suponga víctimas colaterales, que las hay si se dejara a la naturaleza seguir su rumbo. Y en todo caso, si unos y otros están poniendo tanta pasión en defender sus convicciones es porque algo trascendente está en juego. Hay que acercarse sin prejuicios a tema tan espinoso y considerar, en definitiva, qué bien es más importante defender. No es cuestión baladí y sí seguramente la crucial.