FREÍRNOS A IMPUESTOS

Por Decir Algo

13 mayo, 2021 – Autor: Carlos Barrera del Barrio

A la zanahoria de los miles de millones que nos llegarán, esperemos ­–y aunque sea de forma desigual– de la Unión Europea, le sucederá enseguida o casi al mismo tiempo el palo de los impuestos que se ciernen sobre los ciudadanos todos de este país. ¡De alguna manera hay que sacar el dinero para devolver lo que se nos dará!, se defiende el gobierno. Evidentemente hace falta sacar el dinero de alguna parte, eso nadie lo duda. Donde surgen las discrepancias es en los métodos, que a su vez nos llevan a los modelos de política económica, divergentes entre un socialismo intervencionista y un liberalismo antiestatalista, por definirlos en gordos brochazos. Hay cuestiones ideológicas de fondo, es decir, planteamientos de inicio más o menos fuertemente arraigados en ambos extremos. Vamos a buscarles las cosquillas.

A los defensores del intervencionismo, de freírnos a impuestos para salir del cósmico entuerto de nuestras deudas multimillonarias, cabe decirles que quizás, quizás, quizás hay otras formas más gratas de tratar al contribuyente más allá de despellejarle a base de impuesto va, impuesto viene, directo, indirecto, transversal o mediopensionista. A lo mejor, a lo mejor, a lo mejor los ciudadanos no somos tan ineptos como se creen los políticos y somos capaces de generar riqueza si nos dejan un mayor margen de libertad, sin ahogarnos con una presión fiscal que nos maniata.

A los defensores del liberalismo, de reducir el tamaño del Estado y su capacidad coercitiva sobre los ciudadanos a todos los niveles (no solo el económico), cabe decirles que sabida es la condición humana, que la avaricia rompe el saco, que el afán de lucro particular no debe ser un fin en sí mismo y que, si no se ponen puertas al campo, el capitalismo por sí mismo no llega a proporcionar una justa redistribución de la riqueza, como tantas veces ha mostrado tristemente la historia.

¿Qué hacer? Las imposiciones tienen mala prensa y suelen ser vistas con recelos y suspicacias. Desde el comienzo de la pandemia han sido abundantes. La gente, los actores económicos grandes, pequeños y medianos necesitan respirar y quieren ser los motores de la recuperación, pero no pueden estar gripados por la asfixia fiscal ni un desmedido y voraz afán recaudatorio. In dubio, pro libertate: en la duda, por la libertad. Cuanto menos Estado, más y mejor sociedad civil. Se trata de estimularla, no de ahogarla: son los ciudadanos los primeros interesados en ser protagonistas activos, no meramente subsidiados, de la necesaria recuperación económica. No les neguemos ese derecho. Siempre le quedará al Estado el principio de subsidiariedad.