FILOSOFÍA BARATA

opinión, Por Decir Algo

05 abril, 2022

“¡Lejos de nosotros la funesta manía de pensar…!” Pareciera que el gobierno de la nación haya querido enarbolar dos siglos después la supuesta frase atribuida a un clérigo barcelonés de la Universidad de Cervera ante el rey Fernando VII, cuando ha dispuesto digamos que no exactamente eliminar la filosofía de los planes de estudio de bachillerato pero sí de disminuirla drásticamente. La verdad sea dicha, esa frase ya célebre en realidad fue un reproche al (ábranse comillas) “ardiente deseo de discurrir con novedad, que es la manía de nuestros tiempos”, que nos sirve igualmente para calificar la actitud del ejecutivo pues parece no ver con muchas simpatías eso de animar a la gente a pensar.

 

La filosofía, dicho grosso modo, va de pensar, de aprender a pensar, de formarse juicios sobre las cosas, la vida, la existencia, la sociedad. Parece que nuestro gobierno desea anular lo que suponga novedad, no vaya a ser que la gente se le vuelva en contra y se ponga a discurrir de forma crítica. No deja de resultar sorprendente que un gobierno que se autodenomina “progresista” cercene las ansias del progreso del pensamiento individual a partir del conocimiento de los grandes filósofos de la historia, que han actuado como motores de los saberes y de las ciencias, de la vitalidad de las sociedades y del mundo.

Se sospecha, no sin razones porque a pesar de todo la gente piensa, que pretenden con ello que no se cuestione su concepción del mundo y de la historia, del género humano en definitiva, que queda a descubierto en las pautas que establece para el estudio de diferentes materias en su reforma educativa. Para manías, desde luego, las que presenta dicha ley intentando meter con calzador o con fórceps la ideología de género en las matemáticas o, permítaseme la sorna, identificar la velocidad con el tocino.

No sin razones tampoco, se han levantado un buen número de comunidades autónomas de distinto signo político, diciendo que con ellas no cuenten porque sí quieren seguir manteniendo la filosofía. Bueno, más vale diecisiete filosofías que ninguna, si se nos da a elegir.

En definitiva, frente a la filosofía barata que el gobierno intenta introducir en una ley educativa que no premia el esfuerzo y que aboga por contenidos transversales en materias tan importantes como la historia, se han alzado en armas no solo comunidades autónomas sino también los colectivos de profesores que no están dispuestos a pasar por el aro, a comulgar con ruedas de molino. Porque a este paso, lo siguiente será contar los años desde 2018: antes de Sánchez y después de Sánchez. Desde luego, le quedaría divino…