23 junio, 2022

El verano, aunque se nos ha anticipado de forma algo indecente y casi sin avisar dándonos unos sofocones de cuidado, es casi sinónimo de fiesta. O de fiestas. Algunos no estarán para muchas, al contrario –¡quién lo iba a decir!– que la señora Oltra, que tiene un “compromís” no se sabe muy bien con quién a ciencia cierta. Tampoco Ferraz está para tirar cohetes pues en el último año el PSOE se ha convertido en una auténtica maquinaria de perder elecciones. Incluso el otrora poderoso Fútbol Club Barcelona no está más que para pagar a estrellas treintañeras en declive. En la Gran Bretaña, Boris Johnson, al que le iban mucho las fiestas sin mascarillas, se salvó de milagro de ser decapitado por los suyos en la Cámara de los Comunes.

Suele decirse que la fiesta va por barrios. Donde, desde luego y por desgracia, no la van a tener es en Ucrania, a quien la Rusia de Putin va comiendo terreno y quién sabe si moral, pues heroico es resistirse a un monstruo pero las fuerzas, y el apoyo exterior, pueden flaquear. Fiestas nuevas en otras partes del mundo habrá que ver si son o no flor de un día, como las nuevas presidencias de Gabriel Boric en Chile y de Gustavo Petro en Colombia: dos de los países más desarrollados de América Latina que van a ser gobernados por la izquierda radical. En Estados Unidos, al presidente Biden le pueden prohibir los médicos esa festichuela particular de andar en bici, tras caerse camino de la playa en Delaware: quizás no deba esprintar a ciertas edades, que ya no es Mark Cavendish.

Para fiestas, fiestas… las universales de San Fermín en Pamplona. Chupinazo habrá y emotivo porque lo prenderá Juan Carlos Unzué, ex futbolista y ex entrenador, enfermo de ELA y ejemplo de superación, optimismo y compromiso con una causa tan justa. El resto lo pondrán todos los que confluyan a la ciudad… y esperemos que ya no huela a quemado por los incendios que nos han asolado los últimos siete días, y que demasiado poco se ha hablado de ellos, por cierto, y de los muchos héroes anónimos, gente del pueblo, que están salvando sus poblaciones con mangueras y tractores.

Vamos al verano, que hay que descansar, para que en septiembre podamos trabajar y pagar… la luz, el gas, la gasolina, el pan y demás productos con precios desbocados y abastecimientos en cuestión, sobre todo si le damos calabazas a Argelia. Entretanto, cantemos a coro la famosa canción –“Fiesta”– de Serrat, que empezaba diciendo: “Gloria a Dios en las alturas, recogieron las basuras de mi calle ayer a oscuras y hoy sembrada de bombillas”. Y seguía así: “Y colgaron de un cordel, de esquina a esquina un cartel, y banderas de papel, verdes, rojas y amarillas”. A todos de corazón –esto ya es mío, no de Serrat–: ¡arriba esos ánimos y feliz verano!