29 marzo, 2022

La gala de los Oscar de 2022 van a pasar a la historia como la gala del sopapo. Sí, el que le soltó -autores disputan si de forma improvisada o preparada- el galardonado actor Will Smith al presentador, ofendido por unos comentarios de mal gusto sobre su señora esposa. Hasta aquí los hechos… que han dado lugar a tantos dichos y comentarios, el mío incluido.

Sopapo o bofetada, desde luego sonó en un escenario tan global que se enteró media humanidad… porque la otra mitad estaba durmiendo seguramente, como era el caso de un servidor. La verdad es que en estos tiempos que corren ya ni un sopapo en público llama la atención pues curados estamos de espanto. Es más, parece más bien una chiquillada infantil en comparación con lo que sucede, y no se ve en los telediarios, en nuestro alrededor. Y no digamos si nos trasladamos a, por ejemplo, Ucrania, donde ya quisieran que todo se solucionara a bofetada limpia en vez de a misilazo inmisericorde que te crió.

Uno ya tiene una edad y peina canas. En nuestra infancia y adolescencia los profesores daban sopapos a los niños que se portaban mal, y lo veíamos como lo más normal del mundo. La gracia estaba en cómo fastidiar o incomodar al profesor de turno sin que se diera cuenta y procediera al castigo o venganza que suponía la bofetada. Había profesores que eran auténticos especialistas. Yo he de reconocer que era más bien de los alumnos aplicados, para qué nos vamos a engañar, y por tanto era más bien espectador que víctima. Por eso quizás recuerdo vivamente la única que recibí en el cole en toda mi vida, en séptimo de la mítica EGB, de manos de uno de esos consumados especialistas.

Confieso que la merecí porque estaba cuchicheando, cosa rara en mí pero todos tenemos momentos de flaqueza, a la espalda del susodicho profesor. El sopapo, ejecutado con destreza suma, a la media vuelta, impactó sobre mi carrillo con precisión digna de GPS, y sin que él tuviera mis coordenadas. Le pondría un diez sobre diez en cuanto a técnica y agilidad de reflejos. Para ser el único no estuvo nada mal. ¡Ah! Y por supuesto no salí traumatizado ni dije nada a mis padres: eran sencillamente otros tiempos con otros parámetros culturales, dicho sea en el sentido amplio del término.

Sopapos, así en plural, es además un palíndromo, es decir una palabra o frase (palabra en este caso) que se lee igual de izquierda a derecha que de derecha a izquierda. Quizás por eso un servidor, que ha fabricado cientos de palíndromos en su vida, le tiene un especial cariño. En la próxima edición de los Oscar hay que crear una nueva categoría: la del mejor sopapo. Los ha habido y muchos en la historia del cine, y si no, que se lo pregunten a Gilda, alias Rita Hayworth.