EL HAMBRE Y LA CONTRARREFORMA LABORAL

A MICRÓFONO CERRADO

02 noviembre, 2021

Tras el puente sobre el río de todos Los Santos, que cada cual ha vadeado cómo ha podido, con sus dosis de ocio y devoción, esta semana la afrontamos con más de una resaca. La que más dolores de cabeza probablemente va a producir en numerosas coronadas testas es la de la Contrarreforma laboral que se avecina. Constituye, sin duda, la más genuina demostración parlamentaria al madrileño modo: PSOE y Unidas Podemos presuntamente han cerrado un acuerdo que se ha ido cocinando a fuego lento a lo largo de esta sui generis legislatura. La meta no era otra sino «derogar» la malhadada reforma laboral del PP, y llegado parece el momento.

 Por tanto, habemus (querámoslo o no), derogación de la reforma laboral, que implementara el Partido Popular en 2012, en tiempos revueltos de mayorías absolutísimas. Una reforma que fue polémica desde su misma gestación. Empero, habría que recordar el tenebroso panorama de 2012, para comprender su auténtica dimensión; España sufría en carne propia las más lacerantes embestidas de la crisis de 2008. Así, nuestra nunca bien ponderada nación cerraría 2012 con una tasa de paro muy cercana al 26%, que era la más alta de nuestra historia, y que supondría que el número de desempleados se quedase al borde de los seis millones (5.965.400). A todo ello, habría que añadir un dato doloroso en extremo: 1.800.000 hogares españoles tenían a todos sus miembros en paro, un cuarto de millón más que un año antes.

 Con aquel escenario dantesco, se pondría en marcha la reforma laboral del PP; nueve años después, ¿qué quedará de ella? ¿Será una derogación stricto sensu?, ¿o una mera reforma de la reforma? ¿O una contrarreforma cuasi integral? ¿Quién lo sabe…?, con los políticos de hoy nunca se sabe.

Menos con un partido socialista que está atado de pies y manos por unos presupuestos, que si no se aprobasen significaría su absoluto derrumbamiento. Ir ahora a unas elecciones generales tendría un coste que no pueden ni quieren asumir. Y para prolongar hasta las heces esta legislatura no hay más remedio que contentar a sus coaligados y socios parlamentarios.

José María Albarracín nos aseguraba la semana pasada, ante estos micrófonos, que la reforma laboral se puede mejorar, pero nunca derogar; que de hacerse podría ocasionar en términos de empleo un daño irreparable. Aunque la decisión parece tomada, tampoco parece muy firme; en el seno de este Ejecutivo con dos almas, surgen a menudo roces. Son las inconsistencias de un Gobierno bicolor, que se transforma con suma facilidad en multicolor, pese a que algunas tonalidades no les sienten bien ni a ellos, ni al país.

En cualquier caso, entre las brumas de una otoñal mañana, en un encuentro que se desarrolló (según ellos) en un «clima positivo y una actitud constructiva», PSOE y Unidas Podemos comenzaron a enterrar la reforma laboral. Y aquí paz y después… Bueno, supongo que después se fueron a comer; derogar siempre da hambre. Sin embargo, habrá que alimentarse bien, porque la batalla derogatoria se anuncia extenuante y escabrosa.