DE JARDINES Y JUNGLAS

Por Decir Algo

20 octubre, 2022

Las metáforas, a veces, las carga el diablo. Si no, que se lo pregunten a Josep Borrell, Alto Representante de la Unión Europea para la Política Exterior, que comparó recientemente el jardín que es Europa con la jungla del resto del mundo que le rodea y que puede acabar invadiendo el jardín. Lo dijo ante estudiantes que se preparan en Brujas (Bélgica) para ser diplomáticos europeos. Desde luego, quien no estuvo muy diplomático, aparentemente, fue él. Faltó tiempo, como es lógico, para que desde muy diversos países y sectores se condenaran sus palabras y le tacharan de neocolonialista y otros adjetivos por el estilo.

En descargo del personaje puede esgrimirse el argumento de “ya sabemos todos cómo es”. Ciertamente, en su ya larga trayectoria política ha dado muestras fehacientes de no dominar en exceso su locuacidad, lo que le ha llevado a granjearse enemigos de muy distinto pelaje: desde personas de su propio partido socialista, especialmente cuando le disputó a Almunia el liderazgo en el PSOE a finales de los noventa, hasta los nacionalistas e independentistas catalanes que siempre le tildaron de jacobino y enemigo de Cataluña, siendo él como es catalán de pura cepa.

No es menos cierto al mismo tiempo que, dada la alta responsabilidad que ha asumido, tiene que ser consciente de que no puede decir alegremente cualquier cosa. Se han sacado, sí, en exceso las palabras del contexto en que las pronunció y del discurso completo. En todo caso, alguien debería haberse dado cuenta de que podían interpretarse en sentido controvertido, como en efecto ha ocurrido.

“Europa es un jardín. Todo funciona. Es la mejor combinación de libertad política, prosperidad económica y cohesión social que la humanidad ha logrado construir”, dijo Borrell. Y esto, señores, ya es discutible, y si no que se lo pregunten en referéndum a los 446 millones de habitantes de la Unión. Los de la jungla, claro está, han montado en cólera ante una autoexaltacion al más puro estilo Cristiano Ronaldo cuando marca un gol. En el ámbito de la esfera diplomática, no se puede ir por ahí en plan perdonavidas. Menos aún en unos tiempos como los que corren, con tantos frentes abiertos en nuestro planeta que no invitan precisamente al optimismo.

Espero que los jóvenes aspirantes a diplomáticos europeos hayan aprendido la lección… inversa; es decir, cuándo es mejor callar –aunque se esté convencido de que se tiene razón– porque hay otros intereses en juego más importantes y conflictos que resolver más que enconarlos sin necesidad. Nuestro jardín está en juego, y eso que –nunca mejor dicho– Borrell se ha metido en un buen jardín.