CUENTA ATRÁS
16 diciembre, 2021
Quien más quien menos ha comenzado ya la cuenta atrás, los días que faltan –cada vez menos– para la Navidad. Quiera Dios, y nunca mejor dicho, que por una temporada, aunque sea corta, aparquemos las diferencias y nos centremos más en lo que nos une, que es mucho más de lo que las apariencias, que engañan, nos sugieren.
Tendemos a vivir del espectáculo, de la confrontación, de las grandes boutades, de los afanes de gritar –que no es lo mismo que tener razón– más que el otro. No nos dan buen ejemplo, desde luego, los políticos, pero tampoco caigamos en la facilona tentación de achacarles a ellos todos los males que nos afligen. Al fin y al cabo no son sino un reflejo de la sociedad, así que somos nosotros los que debemos despabilar para así poder despabilarles.
Es una larga tarea, desde luego, pero el espíritu de la Navidad nos invita a volver a creer en el género humano. No todo está perdido, con pandemia o sin pandemia, que igual da. En el fondo de nuestros corazones anida siempre, aunque sea muy tenue, un halo de esperanza. Sin ella no podríamos vivir. Y motivos para no perderla haberlos haylos, como el paso de los siglos atestigua. Aquello de “Cualquier tiempo pasado fue mejor” es una frase manida y desgastada en la que nos refugiamos perezosamente para justificar nuestra inacción.
“Paz en la tierra a los hombres de buena voluntad”, dicen los Evangelios que cantaban los coros angélicos en el nacimiento del Niño Dios, y luego han replicado tantos villancicos populares a lo largo y ancho de este mundo. Con un poquito más de buena voluntad por parte de este, de ese y de aquella, de todos, nos ahorraríamos muchos disgustos en el año 2022 que nos acecha. Pueden lanzar lava los volcanes y anegar tierras las riadas, puede perder nuestro equipo de fútbol de penalti injusto el último minuto por el VAR de las narices, puede subir la temperatura global del planeta un grado y medio antes de 2030, pero la vida, en el fondo, como cantaba Julio Iglesias, sigue igual, es decir, no nos dirigimos precisamente al fin del mundo. Cada año nuevo es una oportunidad que se nos brinda para resetearnos y poner nuestro granito de arena para hacer un mundo mejor y más humano. Materia prima hay, no lo duden. En Navidad está prohibido ser cenizos. ¡Felices fiestas!