CREDIBILIDAD
17 enero, 2023
Ha comenzado 2023, el año electoral por excelencia en España. Hasta hace poco se veían los comicios autonómicos y locales primero y generales meses después, como en lontananza allá en el horizonte. Ahora, sin embargo, están llamando a la puerta y los partidos están engrasando sus maquinarias electorales para ponerlas en punto y tratar de persuadir al sufrido votante de que son los mejores y los más guapos, dicho sea en román paladino.
Pueden cambiar muchas cosas, o no que diría el clásico, después de que las urnas den sus veredictos allá y acullá. En todo caso, al menos se conseguirá apagar ese ruido constante, y un tanto cansino por obvio, de la petición de dejar al pueblo español que hable. Hablar va a hablar, aunque en un sistema parlamentarista como el español, las alianzas postelectorales también cuentan y ya se sabe que no basta muchas veces con ser la lista más votada para saborear las mieles (y las hieles) del poder. Aquí tendrán que esmerarse unos y otros porque de una forma u otra se verán obligados todos a decir con quiénes prefieren ir después, y este posicionamiento puede influir en la decisión de a quién votar. ¿Voto a Sánchez o también a los aliados de Sánchez? ¿Voto a Feijóo o también a los parece que inevitables socios de Vox para desbancar a Sánchez? ¿Voto a mi barón autonómico o a mi alcalde o al partido que quiere gobernar España? ¿Voto diferente en unas elecciones que en otras?
Son muchas las preguntas y las dudas que pueden asaltar al señor Cayo, ese cuyo disputado voto inmortalizó el gran novelista Miguel Delibes. Preguntas y dudas más que legítimas y que los partidos en liza y sus candidatos deberán afrontar. Yendo a temas concretos: ¿Voto al PSOE para que siga Irene Montero y toda su tropa cometiendo tropelías, valga la redundancia, en el ministerio de Igualdad? ¿Voto al PP para que Vox le ponga cortafuegos tipo Juan García-Gallardo en Castilla y León en relación con medidas contra el aborto? ¿Voto a Ciudadanos para echar mi voto, según predicen todas las encuestas, a la basura? Y así podríamos seguir hasta el infinito, con innumerables variantes en los ámbitos locales y regionales.
En todo caso, yendo al meollo de las intenciones que animan a los representados a votar a sus representantes, una de las claves para resultar confiable a la hora de pedir el voto y de ser votado es la credibilidad. Y esta se gana con el ejercicio del poder o de la oposición. Una credibilidad mermada por los hechos, o por las palabras que distan de los hechos, no es fácil de recuperar. Ahí es donde tiene su gran reto Pedro Sánchez y su PSOE, que son quienes más se juegan por estar en el poder, y a fe que se la han jugado en estos últimos meses con decisiones y medidas políticas arriesgadas. Las urnas nos dirán si son capaces de recuperar a los desencantados, que haberlos haylos, de sus propias filas.