CON ETA HEMOS TOPADO

opinión, Por Decir Algo

16 mayo, 2023

Pues sí, ¡ya estamos en campaña! Pero… ¿cómo?, ¿es que lo de antes no era campaña? Formalmente no pero, desde luego, en cuanto a hervores, mensajes y contenidos era campaña como la copa de un pino por más que se denominara precampaña. Lo que sí es cierto es que ya quedan menos de dos semanas para el día D en que se despejarán algunas o unas cuantas incógnitas, aunque los actores principales de la batalla no darán tregua –denlo por seguro– y volverán a la carga porque se avizoran las elecciones generales de fin de año.

Municipales y autonómicos son los comicios del domingo 28 de mayo, pero siguen siendo los líderes nacionales los que marcan la agenda. A la lluvia de ofertas de Sánchez –Falcon mediante–, tantas que ya ni nos sorprenden o más bien nos saturan o torturan, le sigue el mantra del PP “hay que derogar el sanchismo”. Más bien poco contenido local o regional se adivina en estas estrategias. ¿Andan los socialistas tan apurados por las perspectivas demoscópicas de pérdidas generalizadas de voto, y de ahí la diarrea propositiva y verbal con que nos inunda su jefe máximo cada semana… o cada día? ¿Andan los populares tan desconfiados de sus propias fuerzas que confían más en los mensajes negativos que en aquellos que abran puertas a una esperanza de futuro más explícita?

 

Y en estas estábamos y estamos cuando aparece un tema que, en España, no puede dejar a nadie indiferente: Bildu y ETA. La presencia de ex condenados por terrorismo de la banda asesina en listas para concejales en el País Vasco y Navarra se ha convertido en el último instrumento o argumento para desacreditar al PSOE. Es un hecho que Bildu se ha constituido, en esta última legislatura, en apoyo parlamentario habitual de un gobierno, como el de Sánchez, en minoría. ¿Obliga esto a los socialistas a tener unas tragaderas tan grandes como para mirar para otro lado en tema aún tan sensible en toda la geografía nacional? La reacción fue inicialmente leve y tenue, reflejo de la realidad parlamentaria antedicha. Se ha hecho con los días más intensa por parte de algunos barones territoriales que temen, no sin razón, que esa levedad en el volumen de la respuesta, acabe salpicando a sus votantes fieles o asuste a los aún indecisos.

 

Para los populares, este episodio no es sino una muestra más de las numerosas dependencias que, tras cinco años en el poder, se ha granjeado el partido socialista. Se habla mucho de los filoterroristas e independentistas como compañeros de viaje de Sánchez, y es una evidencia aritmética y política innegable que está ahí, guste más o guste menos. Claro que cuando se traspasan algunas líneas rojas, desmintiendo incluso promesas o declaraciones que en su día se hicieron, poner esto de relieve incomoda. Se intenta taparlo con millones a tutiplén para agricultores, jóvenes, pensionistas y demás microsegmentados votantes, pero las amistades peligrosas acaban pasando factura. La memoria histórica de lo que supusieron ETA y su brazo político Bildu no resulta fácil de borrar por más que los condenados por delitos de sangre se hayan echado a un lado a última hora: la intención ahí estaba.