Un rayo de esperanza surca los cielos de nuestro maltrecho Mar Menor, hay medios que van más allá y afirman que este miércoles se ha firmado la paz entre administraciones. Y lo dicen aun a sabiendas de los poco halagueños precedentes. En efecto, este 17 de enero podría pasar a la Historia, con hache mayúscula, si realmente lo que se ha firmado sirve para algo más que para la foto, o fotos que son diversas (alguna muy romántica).
En cualquier caso, ingenuamente aplaudimos , a micrófono cerrado, el simbólico hecho de que La vicepresidenta, el presidente y diez alcaldes (no todos ribereños) firmaran el protocolo que presuntamente inicia una nueva etapa en las relaciones entre administraciones, en principio con la promesa de más diálogo (qué menos) y un mínimo de una reunión al año (no nos vayamos a cansar antes de tiempo).
El Palacio de San Esteban sirvió de escenario par la rúbrica del documento que consagra la creación de la ansiada Comisión Interadministrativa del Mar Menor, con la que, según subrayó López Miras, “comienza una nueva etapa basada en el entendimiento”, desde “una hoja de ruta común, lo que es una garantía para acelerar la recuperación del Mar Menor”.
Si esto es firmar la paz, bienvenida sea. Pero, este pobrecito hablador, apenas si presiente un rayo de esperanza, de ahí a un armisticio media un abismo insondable. Y es que ya estamos curados de espanto… Porque no ha tantas fechas que Ribera vino a nuestras riberas, perdonen la redundancia, para abrazarse con quien fuese necesario, y entonces también se empezó a hablar de paz. Sin embargo, la guerra del Mar Menor no cesaría por ello, bien al contrario, y el alegre arrojarse competencias a la cabeza se convirtió en el deporte regional más practicado por unos y otros. Hasta hoy. Así ha sido hasta este miércoles. Ya se verá mañana.
Si todos, dejando atrás estólidos postureos políticos, se empeñaran en trabajar en la misma dirección, nuestra albufera podría tener futuro. Esta sin duda sería la noticia más valiosa que les podríamos dar a final de año, cuando comprobemos fehacientemente la distancia entre las palabras, las comisiones y los hechos.
La ínclita comisión interadministrativa ojalá aumente su valor con el tiempo. Nuestro Mar Menor merece que, de una vez por todas, las administraciones se unan en su recuperación, y remen juntos sobre las aguas que corren por las venas de todos los murcianos de bien. Mas, permítanme, que lo dude…
¿Seguiremos asesinando el Mar que alegró nuestra infancia? El maestro García Martínez continúa preguntándoselo, desde el cielo de los periodistas eternos.